Buenos dias, amigos todos, cómo pasan los dias, que verdad es, y a mí lo que no se me agota es la imaginación y la capacidad de conseguir que los que me visitéis salgáis satisfechos con el tema escogido para el "post" del día.
Hoy, toca ESCULTURA, una de las llamadas Artes Mayores, y para ello cuento con la presencia de un "amigo" con el que ya hemos tenido cita en anterior ocasión, GIAN LORENZO BERNINI, y en este caso, la cita lo es con su obra "El éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni"; evidentemente se trata de un monumento funerario, obra de este artista del Barroco italiano, que se encuentra enclavado en la capilla Altieri, en la Iglesia de San Francisco a Ripa, en Roma. La escultura fue instalada en la citada iglesia el 31 de agosto de 1674, después de que su autor tuviera que trabajar, al unísono, con la tumba del Papa Alejandro VII y el Altar del Santísimo Sacramento, en la Basílica de San Pedro.
Iglesia de San Francesco a Ripa
Ludovica perteneció a la Orden Franciscana Seglar y nació en Roma en el año 1474, perteneciendo a una noble familia, la de los Albertoni.
Siendo aún muy pequeña quedó huérfana de padre, y su madre, al contraer nuevo matrimonio, dejó a la niña al cuidado de su abuela materna y sus tias.
En contra de lo que era su vocación, Ludovica, con tan sólo veinte años, contrajo matrimonio con el noble italiano Giacomo de la Cetera, con el que tuvo tres hijas, y al que consideró siempre como un buen esposo. Pero su felicidad quedó truncada con el fallecimiento de su marido, por lo que viuda, ingresó en la Orden de San Francisco, vistiendo su hábito, pero sin abandonar el cuidado de sus hijas, procurando llevar una vida dedicada a la oración y a las obras de misericordia, visitando pobres y enfermos en los hospitales, todo un ejemplo de generosidad.
Detalle del rostro
Ludovica Albertoni falleció en Roma el 31 de enero de 1533, e inmeditamente se hizo muy popular, pues la Iglesia de Roma reconoció que el Señor había dotado a Ludovica del don extraordinario de los "extasis místicos".
Como consecuencia de su beatificación, la familia Albertoni quiso dedicarle un altar en su capilla de la Iglesia de San Francisco a Ripa, por lo que el Cardenal Paluzzo Albertoni Altieri se ocupó de que dicha obra fuera realizada por uno de los más grandes escultores de la época Gian Lorenzo Bernini (genio entre los genios), el que como recordaréis -si me leéis asiduamente-, había también realizado la escultura del "Extasis de Santa Teresa". Fue una de las últimas esculturas de este magnífico maestro, que comenzó el trabajo a la avanzada edad de 71 años.
Sepulcro en el que destaca la perfección
en la ejecución del manto sobre el
que descansa la escultura
La imagen de Ludovica Albertoni se sitúa por encima del altar de la capilla de Altieri, en la parte izquierda de la Iglesia de San Francisco a Ripa. El gran maestro Bernini diseñó un enclave arquitectónico que nos hace centrar nuestra atención sobre la figura de mármol, la cual esta enmarcada dentro de un arco que corta una pared inexistente, lugar en el que estaba inicialmente situada una pintura. La beata Ludovica figura reposando en un colchón en el momento del extasis; pongamos nuestra atención en los pliegues de su hábito y en el detalle de su cabeza echada hacia atrás y reposando sobre una almohada con detalles bordados, con una delicadeza exquisita. Bajo la escultura de la beata podemos recrearnos con la extraordinaria visión de un pañol, esculpido encima de un sarcófago de mármol rojo, en el que está enterrada Ludovica.
Detalles del monumento funerario
Como podemos apreciar el rostro de la beata Ludovica Albertoni refleja hasta dónde puede alcanzar el sufrimiento humano y la felicidad que supone el goce de Dios. Estas visiones místicas fueron revividas en sucesivas ocasiones por Ludovica, y BERNINI, el gran maestro Bernini, quiso plasmar, llegada que fue la hora de su muerte, tal expresión, en el sentido de la belleza que conlleva la comunión mística con el Señor. Fue también Bernini quién decoró el marco de la pequeña capilla, cuya luz se filtra a través de una claraboya invisible, de forma que "cae" directamente sobre el bellísimo rostro de la beata.
Es significativo el hecho de que la escultura está rodeada de querubines, en tanto que la pintura que se sitúa detrás del sepulcro es de Baciccio.
Retablo y sepulcro
Libro sobre la obra de Bernini
Para todos los amantes del Arte, la ciudad de Roma es una fuente inagotable de encuentros, deliciosos y gratificantes, encuentros con esa belleza que sólo es posible "degustar" cuando la emoción y el sentimiento mas profundo que la mano del ARTISTA ha podido crear, nos alcanza, con una fuerza y una claridad que nadie que haya visitado esta maravillosa ciudad es capaz de olvidar.
"NECIO ES QUIEN ADMIRA OTRAS CIUDADES, SIN HABER VISTO ROMA"
(PETRARCA)
BUEN DIA A TODOS
(Dedicado a Milagros y Vicente,
viajeros infatigables)
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