miércoles, 16 de abril de 2014

GABO: EL ARQUITECTO DE MACONDO.



"El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, mas que la muerte, la que no tiene límites.
-¿ Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches-
- Toda la vida- dijo."

El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Marquez.

Mi muy querido y admirado Gabo:

No quiero, en ningún aspecto que esta carta sea una despedida, todo lo contrario, mas bien una carta de esas tantas que Florentino Ariza escribía y escribía, esperando encontrar un día respuesta.. y la encontró.
Ahora que te has ido y nos has dejado huérfanos de esa literatura que es una clase magistral de escritura y emoción, sólo quiero recordar el sentimiento que conocí con la tristísima noticia de tu fallecimiento, el pasado 17 de abril. La historia de la literatura ha llorado a uno de sus padres mas representativos y mas queridos.





El hecho de comenzar esta carta tan especial, -para nada quiero mencionar la palabra "post"-, que suena frío y hasta puede resultar indiferente, con las últimas frases de tu novela "El amor en los años del cólera", no es otro que la profunda querencia o devoción que hacia esa obra tuya siempre mantuve. Me enamoré de Florentino Ariza, como hombre, como poeta, como sufridor, como amante sin llegar a consumarlo, tan sólo resuelto al final de sus días; me habría gustado vivir un amor como el de Fermina Daza, indestructible, apasionado, pero sin llegar a gozarlo, también hasta el final de sus días. Todo amor que no resiste el paso del tiempo no es amor, no es mas que una historia sentimental.

El pequeño Gabo

Todos los medios de comunicación, y desde el primer momento, las redes sociales, se hicieron eco de tu definitiva ausencia. Tú, tan pequeño como te vemos en esta foto, hijo de Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán naciste un domingo 6 de marzo de 1927; si bien, tu abuelo, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía no veía con buenos ojos la relación de su hija con el que iba a ser tu padre, por lo que la envió lejos de su ciudad Aracataca; más tu padre, un hombre, hijo de madre soltera, y un mujeriego reconocido, no se dio por vencido y logró conquistar a tu madre, gracias a serenatas de violín, poemas de amor y no menos misivas.
Y Gabriel Eligio lo consiguió: el amor de Luisa, por lo que ambos contrajeron matrimonio el 11 de junio de 1926, en Santa María.
Esta historia "real" fue la que te sirvió para escribir la mas maravillosa historia de amor que se ha podido escribir jamás, mi favorita, mi rabiosamente releída: EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA.


Bien cierto es que los primeros años de tu vida los viviste al cuidado de tus abuelos maternos, el Coronel Nicolas Ricardo, al que llamabas "Papalelo", amante de la literatura, y de tu abuela Tranquilina -que precioso nombre- Iguarán Cortés, la abuela Mina, una mujer sumamente imaginativa y fantasiosa, que ejerció sobre tú persona, siendo aún niño, una gran influencia con sus historias llenas de fantasmas y augurios. Tu abuela te inspiró el personaje de Úrsula Iguarán, treinta años mas tarde, en tu novela CIEN AÑOS DE SOLEDAD.
Mas el fallecimiento de tu abuelo y el hecho de que tu abuela Mina no pudiera seguir haciéndose cargo de tí, te hizo volver a vivir con tus padres, en Sucre, y fuiste internado, para recibir formación, en Barranquilla. 
Eras un joven serio y que destacaste en actividades literarias, tus primeros poemas de juventud, vieron la luz en la revista escolar "Juventud". Magnífico alumno, gracias a una beca, estudiaste en el Liceo Nacional de Zipaquirá, terminando por graduarte en 1947, y dedicado después a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Mas tu "genio" literario ya lo tenías metido en el cuerpo, y deseoso de escribir, publicaste tu primer cuento "La tercera resignación", publicado en la edición del 13 de septiembre de 1947, del diario "El espectador".


Sin concluir tus estudios para abogado, te dedicaste al periodismo, prueba de ellos fueron tus artículos en "El Heraldo".


Mas no existe vida profesional que no venga unida a una historia personal, la de tu amor por tu esposa, Mercedes Barcha, a la que conociste en un baile para estudiantes, y sobre la que no dudaste en convertirla en la mujer de tu vida. El año 1959 te hizo conocer la paternidad, por vez primera, gracias a tu hijo Rodrigo y en 1961 nació el segundo, Gonzalo.
Tu vida la desarrollaste en tu casa de México, y ello con independencia de los continuos viajes que hacías al extranjero, para recibir reconocimientos sin duda, y en esa casa de la calle La Palma, en la colonia de San Angel, en México, vio la luz tu historia, la historia de toda una generación de enamorados de las letras, CIEN AÑOS DE SOLEDAD, publicada en 1967, traducida a mas de veinticuatro idiomas y ganadora de cuatro premios internacionales. Numerosos premios avalan tu trayectoria, pero de ellos ya se habrán ocupado muchos medios de comunicación, mi intención es traer aquí a tu persona, a la popularidad de tu escritura, y a tus ideales políticos que jamás ocultaste, pese a generar controversia. Tu siempre fuiste auténtico, único, no podrían haber existido dos "Gabos".



Francia reconoció tu labor concediéndote La Legión de Honor, en 1981; un año mas tarde, en 1982, la Academia sueca te concedió el Premio Nobel de Literatura, sirviéndose de estas palabras de reconocimiento "por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente".


Mi muy querido Gabo, en tu obra, siempre presentes tres temas recurrentes; el de la soledad, esa que tan bien nos describiste en "En el amor en los tiempos del cólera".
Precisamente, fue en tu discurso de aceptación del Premio Nobel, La soledad de la América Latina,  se hace especial referencia a esta temática, y recurro a tus entonces emocionadas palabras: "La interpretación de nuestra realidad a través de los patrones, no los nuestros, sólo sirve para hacernos cada vez mas desconocidos, cada vez menos libres, cada vez mas solidarios".
No cabe la menor duda, que otra temática fundamental de tu obra fue la invención de la aldea denominada MACONDO, si bien toma tu ciudad natal como punto de referencia para "construir" esta ciudad imaginaria: "Macondo no es tanto un lugar como un estado de ánimo".
Este pueblo, nacido de tu imaginación, cobra cuerpo en dos de tus obras "La hojarasca", y en "Cien años de soledad", en esta última narra la historia completa de la ciudad desde su fundación hasta su desaparición.
Con el nombre de MACONDO bautizaste a esa ciudad tan tuya y tan de todos, que la sentimos y la vivimos, gracias a un viaje que hiciste en tren junto a tu madre de vuelta a Aracataca, pues el tren se detuvo en una estación en la que no había ciudad alguna, mas un rato después, descubriste una plantación de banano, con su nombre escrito en la puerta: MACONDO. Esta palabra quedó marcada en tu mente, por su definitivo carácter poético. 

  

Y, por último también hacer una parada en lo que tú entendiste siempre por cultura y violencia, presente en tu obra, "El coronel no tiene quien le escriba", "La mala hora" y "La hojarasca", en la que hay referencias a la violencia vivida durante la guerra civil entre conservadores y liberales durante los años sesenta, y que produjo la muerte de muchos colombianos.
Sin embargo, nunca te serviste de tu literatura para hacer de plataforma de propaganda política. También merece destacar en tu literatura tu deseo, casi obsesivo, de mostrar la identidad cultural latinoamericana, de mostrar al resto del mundo los rasgos de aquél universo que tú tan bien conocías. 


Con otro "mago" Mario Vargas Llosa

Tu magnífica obra ha sido asociada al conocido como "realismo mágico", cuya esencia encierra el descubrimiento de elementos que tienen la yuxtaposición de la fantasía y el mito con las actividad de cada día. 
El realismo que nos muestras es el de tu Colombia natal; no obstante, este realismo lo conviertes en "mágico" al crear un mundo tan semejante al cotidiano, pero a la vez del todo diferente a él: mezclando lo verdadero y lo fantástico.


No puedo y ya no me quedan mas palabras para expresar la admiración que siento por este hombre llano, sincero, popular que no populista, y que ha dejado una honda huella en mi vida, por el simple hecho de que su mundo de "realismo mágico" es la mas maravillosa aportación que GABO nos ha hecho a todos hacer MAGIA con lo que es REAL, y eso sólo puede hacerlo un verdadero ILUSIONISTA.
Para el mundo de la literatura, el conocimiento de la obra de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ no ha hecho mas que empezar. Eso sí que es MAGIA.


Y después de dirigirme a tí, recordando tu infancia y juventud, tu vida personal y profesional, solo me queda por declararte mi amor, ese sentimiento que, también es "MAGICO".
Hasta siempre, GABO.

  

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