RECUERDOS
Ella sólo anhelaba que
la abandonara,
ese abandono
definitivo de la presencia,
dos voluntades unidas
por la desesperación
en una historia de
insoportable complacencia.
Los días se volvieron
iguales
y las noches
retornaron sobre sí mismas.
Los cuerpos fríos.
Los sentimientos
helados compartidos
hasta devenir
exclusivo nexo común.
El aliento ya no se
percibía
El pálpito que la
sangre de las sienes
paralizó.
Eran dos totales
desconocidos
en un espacio en el
que sólo las telarañas
tenían su razón de
ser.
Y pese a ello
sus ojos húmedos
lloraban
por los recuerdos.
Rosa Freyre
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