La historia nos trae a diario el conocimiento de grandes tragedias vividas por la humanidad, a raíz de persecuciones, asesinatos, masacres, y por supuesto, lo que viene a calificarse como "Genocidio".
La Organización de las Naciones Unidas calificó como genocidio las acciones llevadas a cabo por los militares de Birmania contra la minoría musulmana rohingya, una limpieza étnica que acabó con la vida de miles de personas y provocó violaciones masivas y un saldo de más de 725.000 desplazados.
Birmania es un país con una mayoría budista, que alcanza al 90% de la población, si bien existe una pequeña minoría de musulmanes, en torno al 4%, que tienen prohibido votar y se les niega la ciudadanía (a excepción de los llamados kamanes). Por lo que se refiere a la mayoría étnica son los bamar, un 68%, de religión budista.
La minoría rohingya ha sido considerada por numerosos estudios recientes como una de las más perseguidas del mundo, toda vez que se les niega el derecho a la libre circulación y a la educación superior, amén de que se les obligó a adquirir el compromiso de no tener más de dos hijos. Han sido objeto de confiscación de bienes, fundamentalmente, tierras de cultivo, por parte de los militares, que fueron entregadas a los budistas de diferentes territorios de Birmania.
La terrible tragedia vivida por esta minoría que conllevó la destrucción de sus aldeas, la violación de mujeres y niñas, la muerte de sus ganados y la persecución masiva, les obligó a refugiarse en Bangladesh; un total de 700.000 personas que pueden considerarse "apátridas".
Teniendo en cuenta la proporción de población rohingya objeto de esta persecución está considerada como una de las operaciones de limpieza étnica más brutales del siglo XX.
La persecución de esta minoría musulmana se remonta a los años setenta por parte de las dictaduras militares birmanas.
Fue en 2012 cuando a raíz de la violación por parte de tres rohingya a una mujer budista, cuando una multitud prendió fuego a un autobús en el que murieron calcinados diez musulmanes. Ello ocasionó disturbios que acabaron con la muerte de cientos de personas y la huida a Bangladesh de más de 150.000 rohingyas.
Dos años más tarde las represalias llegaron en forma de veto a votar en las elecciones de 2015, siendo borrados de los censos. En dichas elecciones resultó ganadora la Liga de Aung San Suu Kyi, cuyo general Aung Hlaing, es considerado el líder de la cacería rohingya; como consecuencia del antedicho veto, no resultó elegido ningún diputado rohingya ni musulmán.
General Aung Hlaing
Ello produjo nuevos incidentes de violencia extrema en el estado de Rakáin, provocando una nueva crisis dentro del país, y la muerte de miles de personas.
La minoría rohingya se organizó de forma armada en la conocida como ARSA, llevando acabo ataques como el que tuvo lugar el 9 de octubre de 2016 por 400 combatientes contra tres puestos de la Policía de Guardia Fronteriza birmana, en el norte de Arakan y con el resultado de muerte tanto de policías como de atacantes.
Con cada ataque por parte de ARSA, este grupo conseguía armarse, toda vez que sus objetivos consistían en hacerlo a puestos militares-.
La respuesta no se hizo esperar por parte del gobierno birmano, en las semanas posteriores al ataque del 25 de agosto de 2017, cuya brutalidad pueden compararse a las realizadas por la Alemania nazi.
Miles de personas fueron asesinadas, masacradas, niños, jóvenes, ancianos, todos ellos eliminados en más de 300 aldeas que fueron arrasadas, incluso se llegó a dar el caso de rohingyas que prefirieron inmolarse antes de recibir el castigo por parte del ejército birmano.
Y todo ello fue encubierto por el régimen birmano mediante dos acciones fundamentales, como fueron el expulsar a las ONGs que actuaban en las zonas devastadas, y en impedir el acceso de los periodistas.
Todos estos horribles hechos provocaron las críticas por parte de las Naciones Unidas contra los cabecillas de la rebelión militar, a la que se se unieron Amnistía Internacional, el gobierno de Bangladesh y el de Malasia, lugares estos dos últimos que recibieron cientos de miles de refugiados.
Pese a que por parte de los citados gobiernos se han llevado a cabo intentos de repatriación de los rohingyas para volver a su país de origen, Birmania, los refugiados prefieren seguir viviendo en las condiciones que tienen en los campos en los que permanecen acogidos antes de volver a recibir persecuciones y ataques por parte del gobierno birmano.
En marzo de 2018, la ONU Humanitarian Response estimaba en 900.000 personas el número que permanecían en los campos, denunciando las condiciones de vida existente en los mismos, abundando casos de cólera y otras enfermedades altamente conta mafias dentro de los mismos campos y un más que elevado índice de violencia.
(En 1991 Aung San Suu Kyi recibía el Premio Nobel de La Paz; esta misma semana ha comparecido ante 17 jueces del Tribunal Penal Internacional de La Haya. La conocida como "La Dama" es la "mujer fuerte" de Birmania, consejera de Estado y ministra de Exteriores, Presidencia, Energía y Educación, NEGÓ ante dicho Tribunal el genocidio de los rohingyas, a día de hoy hacinados en campos de la frontera con Bangladesh, solicitando del Tribunal que retire el caso por genocidio...-en su mente, quizás, las próximas elecciones birmanas en 2020-).
Una vez más es del todo evidente que para hablar de masacres, genocidios, holocaustos no hace falta remitirse a historias alejadas en el tiempo, todo lo contrario, a día de hoy, siguen existiendo en número creciente, en tanto los verdugos y sus víctimas pasan desapercibidas en un mundo en el que las noticias globales reciben la prioridad que marca el poder político y económico.
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Fuentes:
Wikipedia.
www.abc.es
http://vozlibre.com
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