La vida artística del ilustrador británico AUBREY BEARDSLEY fue especialmente corta, debido a su prematura muerte, con sólo 25 años, más ello no impidió que se convirtiera en uno de los artistas más carismáticos de la época victoriana en el Reino Unido.
AUBREY VINCENT BEARDSLEY nació en Brighton, Reino Unido, en 1872, y falleció en Menton, Francia, en 1898.
Si bien su interés por el dibujo lo manifestó ya durante su infancia, no fue hasta los diecinueve años cuando se decidió por estudiar arte en la Westminster School, a la vez que mantenía una relación con el pintor prerrafaelita Edward Burne-Jones.
Sus actitudes, su forma de entender la vida y su vida social le convirtieron en el referente perfecto del fin-de-siècle, y esa innovación que caracterizó su vida la llevó al terreno artístico, de ahí el éxito que tuvieron sus ilustraciones.
En 1894 la revista The Yellow Book le nombró ilustrador y redactor de la misma, algo que poco después ocurrió con The Savoy. En sus ilustraciones existía un denominador común, un estilo puramente característico de lo que se conocía como Art Nouveau, empleando formas estilizadas, líneas sinuosas y colores planos, a lo que se añadía la singular manera de plasmar el espacio propio de los grabados japoneses.
Es así que Aubrey Vincent Beardsley fue muy solicitado por diferentes revistas, a la vez que llegó a ilustrar obras literarias como la de su amigo Oscar Wilde, su conocida Salomé, y la Lisístrata de Aristófanes, que destaca su erotismo del todo explícito.
Si nos centramos en la temática de su trabajo es de lo más variada, abundando la religiosa, histórica, mitológica e incluso la caricatura, más con un denominador común: el erotismo.
Definir o calificar a Aubrey Beardley con una palabra: DANDY, y es así que él mismo se consideraba: "Solo tengo un objetivo - lo grotesco. Si no soy grotesco no soy nada".
Y de la misma manera que su referente, Oscar Wilde, Aubrey Beardsley fue rechazado, en cierta medida, por su homosexualidad.
Afectado de tuberculosis, fue la suya una muerte tan temprana, como "romántica", con sólo 25 años de edad.
Una de las obras más bellas de este artista/ilustrador fue una ilustración que realizó, dentro de una serie, para la obra teatral de Oscar Wilde "Salomé": La falda del pavo real, que impactó de tal manera a éste que se decidió por encargar la versión inglesa del libro a Beardsley.
En esta ilustración La falda del pavo real, su autor muestra su fascinación por el atuendo del todo extravagante de Salomé, en el que desarrolló, partiendo de líneas simples y dramáticas, todo ello unido a pequeños detalles (en el maravilloso tocado y en la parte inferior del vestido), a la vez que su atracción por la moda femenina.
Con la publicación de esta "Salomé" de Oscar Wilde, ilustrada como Aubrey Beardsley, éste consiguió una gran notoriedad.
Los aspectos más destacados de esta ilustración se centran en el androginismo de las figuras, algo común en el arte de fin de siècle, y que vemos claramente en el rostro de Narraboth, el joven capitán de la guardia de Salomé, quien mira de forma intimidante a ésta, en tanto va a presentarse ante Juan Bautista.
Otro aspecto destacado es el monograma que aparece en el dibujo, la mariposa que utilizaba James McNeill Whistler como firma que sirve de referente a Beardsley, empleando una especie de velas, siendo ésta una manera de decirnos que trabajaba a la luz de las velas.
La propia Salomé y su atuendo es del todo fascinante, ya que el art nouveau empleaba las formas naturales, eso sí, transformándolas al hacerlas más decorativas y estilizadas. Este es justo el caso del tocado de Salomé, destacando la belleza de las plumas de pavo real que aparentan tener vida propia, a la vez que consiguen el efecto de un arabesco. Es más, la falda de Salomé, también decorada a base de plumas de pavo real son el mayor ejemplo del arte decorativo caracterísco de Beardsley.
Y como fondo de la ilustración, un pavo real, haciendo alusión al pasaje de la obra teatral, en el que Herodes después de que Salomé baile para él, le ofrece su colección de pavos reales, a cambio de la cabeza de Juan Bautista.
Toda una fascinante y perturbadora belleza la de esta ilustración, así como del resto de la obra de Aubrey Beardsley, y ello a pesar de su corta vida.
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