La historia de Jean-Baptiste Poquelin va unida al que fuera su apodo MOLIÈRE, o mejor, "señor de Molière".
El hecho cierto es que cuando los biógrafos han intentado buscar una respuesta al apodo por el que todos le conocemos no han encontrado razón alguna, si bien, Jean-Baptiste, como la mayoría de los actores de su época, utilizaban diferentes nombres artísticos; éste y no otro fue el motivo por el que MOLIÈRE ha pasado a la historia convertido su apodo en nombre oficial, es más su esposa era llamada Madame Molière y él mismo fue enterrado como Jean-Baptiste Poquelin de Molière.
Jean-Baptiste Poquelin nació en París, el 15 de enero de 1622, hijo de un rico comerciante parisino, al que hubiera gustado que su hijo primogénito hubiera seguido su profesión de tapicería de lujo, más el hecho cierto es que Jean-Baptiste tenía ya previsto a qué y cómo dedicar su tiempo en el futuro: quería ser actor.
Es de significar que durante este periodo -siglo XVII/XVIII- la ciudad de París, así como diferentes urbes francesas vivían un auténtico despliegue de gusto por el teatro, y no sólo el público acudía a los grandes salones, sino que incluso la calle se convertía en escenario improvisado de los conocidos como "cómicos".
Molière fue un actor que llegó a formar un grupo de teatro profesional, hacia 1643, con el nombre de Ilustre Teatro. Más no todo era amor a la profesión, sino también hacia una de sus compañeras Madeleine Bèjart, antigua amante de un noble y que se rebeló como una excelente actriz. Fue en gran medida por esta mujer por la que Molière convirtió el teatro en la razón de su vida.
De esta forma el grupo de teatro llegó a alquilar una gran sala, a la que proporcionaron diferentes palcos y decorados, iniciándose con la representación de obras de variados autores; en principio, el éxito fue total, máxime cuando otro teatro el Marais había tenido que cerrar a consecuencia de un incendio, más cuando éste último reabrió sus puertas al público, la taquilla se resintió y no tuvieron más remedio que vender gran parte del decorado y accesorios; es más el propio Molière fue encarcelado a razón de sus deudas y gracias a su padre pudo saldar las mismas. En principio esta aventura teatral de Molière había acabado de forma absoluta.
No obstante, siendo hombre de vocación, Molière inició una nueva andadura teatral junto a su compañera Madeleine Bèjart, uniéndose a un compañía de provincias con la que recorría las distintas ciudades, representando sus obras durante el tiempo que les permitían las autoridades, sobre todo, por parte de las religiosas, que consideraban el teatro como algo inmoral; más el teatro gustaba y progresó gracias a la protección de los grandes nobles, por lo que la compañía de teatro económicamente fue un éxito. Eso sí, el principal sueño de todos los actores de este tipo de compañías teatrales ambulantes era obtener el triunfo en París, algo que ocurrió gracias al hecho de hacerse con un teatro cercano al Louvre.
Las representaciones se sucedían, sorteando tiempo mejores y peores, hasta que Molière presentó en noviembre de 1659 una obra escrita por él, "Las preciosas ridículas", una farsa cuya duración no llegaba a una hora, pero cuyo éxito fue toda una sorpresa, dada la afluencia de público que asistía a cada función.
Éste sería el primer gran triunfo de Molière que no sólo consistió el éxito de público, sino que en todo París se hablara única y exclusivamente de él y de sus obras.
Evidentemente, amén de la calidad de las obras, la gran acogida al teatro de Molière se debía a dos cosas: la primera que supo rodearse de un elenco de actores muy bueno, y la segunda que sus intervenciones eran especialmente esperadas pues llegó a ser considerado como un gran cómico.
Sus obras abordaban innumerables temáticas, si bien siempre había un componente que destacaba la sátira social, y sobre todo, de la sociedad parisina.
Representaciones de obras como "La escuela de las mujeres", "El burgués gentilhombre", "El misántropo", "El avaro", llenas de excelentes diálogos, con todo tipo de alusiones provocadoras y transgresoras consiguieron el favor del público.
No obstante no todo era "positivo" en la vida profesional de Molière pues tuvo muchos detractores, que lo consideraban obsceno, y más a raíz del estreno de "El Tartufo" por el que se le acusó de ateo, que fue boicoteada por los fundamentalistas católicos y no puedo volver a representarse hasta que Molière obtuvo la autorización de Luis XIV; más tal protección no le resultó suficiente cuando estrenó "Don Juan", considerada apología del ateísmo, y retirada del cartel poco después de su estreno.
Pese a ello y a esas alturas de su vida, Molière ya era un hombre rico, que se había establecido en París en una espléndida mansión, lo que no impidió que siguiera pisando los escenarios.
Sobre la muerte de Molière existe la versión de que murió en pleno escenario, si bien ello no fue cierto, pues las fuentes más fiables apuntan a que en la cuarta función de su conocido "El enfermo imaginario" tenía una fluxión en el pecho lo que le impedía respirar con normalidad. Finalizada la obra se desplazó a su domicilio y fue allí donde sufrió un ataque de tos que le rompió una vena, provocándole la muerte.
Debido a sus continuas críticas a la religión católica, las autoridades eclesiásticas quisieron impedir que fuera sepultado según la tradición cristiana, por lo que fue enterrado en plena noche, y sin la asistencia de ese público que tanto le alabó y aplaudió en vida, y que no llegó a despedirle.
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