domingo, 18 de mayo de 2014

LUCRECIA DE LEON: El azote de Felipe II


Buen día, mis muy queridos amigos, espero que mi blog os proporcione, en cierta medida, una pequeña dosis de conocimiento, de historia, de arte, de literatura, todo aquéllo que contribuye a hacernos mas personas y nos aleja de la manipulación -que es de la que se sirve la ignorancia-. 
De esta manera, nos empleamos hoy en la biografía de una figura muy singular, una mujer, considerada por muchos como una auténtica pesadilla para un rey -Felipe II- (hoy en día, las pesadillas reales tienen otros orígenes, pero ese sería un arduo tema y mejor dejarlo). Esta mujer no es otra que LUCRECIA DE LEÓN, la cual vivió y ejerció su labor durante los últimos años del reinado de Felipe II, en un país exhausto y víctima de múltiples enemigos, y ello con el inconveniente añadido de que el señor rey optaba por recluirse en su despacho, viejo y enfermo.



LUCRECIA DE LEÓN fue como ya he mencionado, una auténtica pesadilla para Felipe II, como consecuencia de sus sueños visionarios; en ellos afirmaba que ya no servía a Dios y que por dicho motivo "se ha de perder España y se ha de morir el rey" (Vaya, vaya, como las gastaba la señora con sus visiones).
Esta joven consiguió no solo hacer llegar esa situación de incomodidad al propio rey, sino también a la ya temida Inquisición.

"No hay tiempo que perder. corren los primeros meses del año del Señor de 1588 y, para cuando el calendario señale el mes de agosto, al final de la canícula, el desastre que se cierne sobre España se hará realidad. Será entonces cuando el mundo asista con asombro al fin de Felipe II y al dominio de los Habsburgo en la Península Ibérica. Primero llegará la pérdida de la Armada Invencible, que sufrirá una aplastante y humillante derrota frente a los herejes británicos. A continuación, España será invadida por los ingleses a través de Portugal, por los infieles musulmanes desde el norte de África, y por los herejes protestantes a través de los Pirineos. El monarca intentará escapar a su destino, pero será en vano, y la muerte le alcanzará en Toledo. La dinastía de los Habsburgo llegará a su fin, y un nuevo monarca, de nombre Miguel, surgirá de las cenizas del reino, cual Ave Fenix, para devolver el esplendor a España.
Todos estos males que están a punto de acontecer son  un castigo divino a los muchos pecados de Felipe II, y en especial al despótico trato que ha dispensado a sus súbditos. Sólo un rincón de la geografía española quedará a salvo del desastre: una pequeña cueva cercana a Ocaña, en Toledo, donde unos pocos afortunados podrán refugiarse para sobrevivir al horroroso Apocalipsis que espera a la nación".


Como bien habréis podido apreciar, los terribles vaticinios de esta joven no llegaron a convertirse en realidad, pero debemos tener en cuenta que las profecías apocalípticas han tenido desde la Edad Media hasta los tiempos modernos una gran transcendencia. Para el pueblo llano, el fin del mundo no era para nada una fantasía, ni algo remoto, sino que podía presentarse en cualquier momento y bajo las formas mas terribles. 
Así profecías conocidas como "milenaristas" se basaban en la creencia de un tiempo intermedio entre la creación y el fin del mundo, materializándose en la tierra en la forma de reinado de Dios, por un periodo de mil años, y los hombres disfrutarían de una época de auténtica felicidad.

LUCRECIA DE LEON aseguraba sufrir sueños proféticos desde su infancia, habia nacido en Madrid, en el año 1568, en el seno de una familia de clase humilde, nunca asistió a la escuela y dedicaba sus días a ayudar a su madre en las labores del hogar propio y en el de aquéllos para los que su madre ejercía de sirvienta. Su padre, llamado Alonso Franco de León, era representante de comerciantes, y su madre Ana Ordoñez, servía en casas acomodadas.


Lucrecia de León confesó ante el Santo Oficio que sus visiones las tenía ya desde pequeña y que de nada valieron los azotes y palos que sufrió por parte de sus padres, con la finalidad de alejar a Lucrecia de continuar anunciando visiones sobre acontecimientos.  Este don del que Lucrecia decía ser portadora era bastante frecuente, al menos, su pronunciamiento, en toda una serie de iluminados y falsos profetas que advertían del fin del mundo. No obstante, ninguno de dichos "profetas" llegó a aventurarse tan lejos, como lo hizo LUCRECIA DE LEÓN, anunciando el fin de Felipe II y el desastre de España.


Durante los últimos años del reinado de Felipe II (1556-1598) la crisis económica, el aumento de la presión fiscal, y los fracasos políticos y militares, favorecieron el nacimiento de una corriente de opinión pública contraria al monarca (es un hecho constatado que la historia de la humanidad se repite) que se tradujo en la proliferación de este tipo de PROFETAS SUBVERSIVOS -hoy, les llamaríamos de otra manera-.... De esta forma, LUCRECIA DE LEÓN le acusaba de haber propiciado la muerte de su hijo Carlos y de sus cuatro esposas. Evidentemente, tales críticas eran consideradas castigables con la muerte. Así, en 1568, el Vicario de Madrid ordenó su arresto, si bien permitió su salida de la cárcel, si se recluía en un convento.
Pero LUCRECIA era mucha LUCRECIA y lejos de obedecer las órdenes del señor Vicario, le dio por aumentar sus visiones y profecías, lo cual la llevó a alcanzar una gran reputación como tal VIDENTE, por lo que empezó a frecuentar los salones de la aristocracia, requerida por ésta ("snobs han existido siempre), y de esta forma se granjeó el apoyo de personalidades con gran influencia, entre ellos, Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial.


Llegados a este punto y dado el nivel que estaba alcanzado en la sociedad la figura de LUCRECIA DE LEÓN, la Inquisición tomó cartas en el asunto, y la hizo de nuevo apresar en 1590. Fue torturada e interrogada durante cinco largos años, hasta que el 15 de julio de 1595, el Tribunal emitió su veredicto, acusándola de tener "muchos sueños en los cuales decía que se le aparecía la Santísima Trinidad, Dios por sí mismo, Nuestro Señor, Moises y Elías, vírgenes del cielo, San Juan Bautista, al cual llama Hombre Ordinario, y San Pedro Apóstol, llamándole el Viejo Pescador y San Lucas evangelista, al cual llama al principio el Pescador Mozo y después el del León". Así, cinco días despues, se celebró el AUTO DE FE, en el que fue condenada a abjurar de sus errores, cien azotes, dos años de reclusión y el destierro de Madrid por toda su vida.


La historia de Lucrecia de León nos pone de manifiesto que todo aquel, llamado visionario o que hable con la verdad en sus testimonios, puede y de hecho resulta incómodo para "EL PODER", sea éste de la naturaleza que sea. Si, efectivamente, LUCRECIA DE LEON fue una visionaria, no podemos asegurarlo, o sencillamente fue una mujer lo suficientemente inteligente para servirse de dicha astucia y con ello atreverse a criticar a un rey y su gobierno.
No obstante, hay algo muy a su favor, no tenía nada de mística, pues jamás luchó contra sus pasiones, ya que en la cárcel dio a luz una niña, fruto, según cuentan, de sus amortes con un secretario que transcribía sus "sueños". Es seguro que uno se hizo REALIDAD.

Fue una mujer precursora del feminismo, de la importancia de éste en el aspecto político y social, y no le importó ser marginada y condenada al silencio social. Era una rebelde, desafiando al poder, en todas sus facetas.



CON MIS MEJORES DESEOS, LEJOS DE TODA VISIÓN O PROFECÍA


Fuentes: Wikipedia.
Historiadeiberiavieja.com

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