martes, 25 de noviembre de 2014

ALBERTO GIACOMETTI: EL ESPECTADOR.




Buenos días, estimados lectores, me propongo, y digo bien, propongo, porque esa es mi intención, la de conseguir que, día a día, nos sintamos mas próximos a la cultura, al ARTE, como algo común y ordinario, de lo que se habla todos los días y de lo que se conoce, en mayor o menor medida.

Y para ello tomo como referencia, la figura de ALBERTO GIACOMETTI, a raiz de la primera de las subastas de la temporada que ha tenido lugar en la Galería Sothebys, de Nueva York, el pasado 5 de noviembre. 
Pues bien, todo lo ofertado han sido verdaderas "estrellas", de artistas, amén del antedicho Giacometti, de Amedeo Modiggliani,  y de Van Gogh.



La obra objeto de subasta es la escultura en bronce y madera "Chariot", una pieza de casi 145 centímetros de alto y tallada entre 1950 y 1952. Es en esta mas que maravillosa obra, en la que Giacometti consiguió el cenit de lo que en esencia era su concepción del arte: la verticalidad y rugosidad que caracteriza su obra.
La trayectoria de su obra nos ofrece la visión de Giacometti de lo que escultura juega entre el arte, la vida y la muerte. 
Llegado el momento de la subasta, la obra en cuestión alcanzó la cifra de 100,9 millones de dólares, lo que la convierte en la segunda escultura que mas cara que haya sido subastada. 
He aquí la obra en cuestión.


"Chariot"

Este hecho tan especial me ha servido para dar entrada a que conozcamos al artista y a su obra, y si os parece, empecemos, por sus datos biográficos:

ALBERTO GIACOMETTI nació en Borgonovo, Suiza, el 10 de octubre de 1901, y falleció en Coria, Suiza, el 11 de enero de 1966. Su trayectoria artística se desarrolla dentro de la escultura y la pintura. 
No cabe la menor duda de que la genética tuvo mucho que ver en su vida, pues su padre Giovanni Giacometti había sido pintor impresionista, en tanto su padrino, Cuno Amiet, fue un mas que reconocido fauvista. 
Comienza su formación en las artes plásticas en la Escuela de Artes y Oficios de Ginebra, y ello previo sus cursos de escultura bajo la tutela de Antoine Bourdelle, que era un artista amigo de Rodin, y que desarrolló en la Academia de Grand Chaumiére.




Evidentemente, Paris, siempre París, centro de la intelectualidad, de la vanguardia, del conocimiento llevó a Giacometti a introducirse en el grupo de artistas que participaban del movimiento cubista, para hacerlo poco después con los que hacían del surrealismo su forma de expresión, y ello entre los años 1930 a 1935. Fue precisamente cuando el joven Giacometti empieza a exponer sus esculturas en el Salón de las Tullerias. Poco tiempo bastó para ser considerado como uno de las mas grandes artistas del momento.




Su residencia habitual era Montparnasse, y por lo tanto, la relación con artistas como Joan Miró, Max Ernst, y Pablo Picasso, amen de escritores de la categoria de Samuel Beckett, Sartre, Paul Eluard y Bretón es mas que habitual, y fue precisamente para André Breton para el que escribió y dibujó en la que era su publicación, conocida como "Le surrealisme au Service de la Révolution".
Entre los años 1935 y 1940, la obra de Giacometti se limita a estudiar la cabeza humana, especialmente la mirada. Mas a continuación aparece en su trayectoria una nueva fase artística en la que sus estatuas empezaron a estirarse y observamos el alargamiento de sus extremidades. Precisamente durante estos años es cuando viaja a España, y ello con independencia de que nuestro país se encontraba en plena Guerra Civil.



Años mas tarde, la Segunda Gran Guerra la vivió en Ginebra, a la vez que conoce a Annette Arm, con la que contrae matrimonio en 1949. Si para muchos artistas la convivencia con otra persona, le supone un motivo de incomodidad en su trabajo, éste no fue el caso de Giacometti, para el que la vida de pareja le sirvió para conocer y tratar, estamos hablando artísticamente, evidentemente, otro cuerpo y explorar el mismo. Fue su esposa la que se convirtió en su modelo, y la que supo posar para él, sin tener en cuenta el tiempo. y las horas que se hacían interminables.




Su trabajo se vió recompensado gracias a sendas exposiciones, una de ellas en la Galería Maeght, de París, y en la también Galería Pierre Matisse, de Nueva York, siendo Jean-Paul Sartre el que redactó la introducción para el catálogo de la misma. 
En el año 1962 recibió el Gran Premio de Escultura en la Bienal de Venecia, lo que le situó en la cúspide del mundo del Arte.
Las figuras humanas alargadas, muy delgadas y de superficie mas bien áspera o rugosa,  realizadas a tamaño natural, son las que han hecho de Giacometti uno de los artistas mas originales del siglo XX; mas no solo fue la escultura en la que desarrolla esta técnica, sino también en la pintura, en la que nos ofrece una mas que rígida visión de sus tan características formas humanas.



El mensaje que, a través de su obra ha querido transmitirnos Giacometti, viene a representar la soledad y el aislacionismo en el que habita el ser humano; en definitiva, nos lleva a una visión que contacta con la filosofía existencialista que Jean Paul Sartre reconoció como tal en la obra de Giacometti.
Es de reseñar que durante cerca de cuarenta años Giacometti vivió y trabajó en su taller, situado en una especie de complejo de barracas en la calle Hippolyte Maindron, 46, cerca de Montparnasse. Para acceder al mismo debía atravesarse un patio interior, por medio de una puerta de madera situada en la pared norte, junto a una ventana que ocupaba el resto de la pared. De esta forma la orientación norte garantizaba una distribución mas ue uniforme de la luz, y si colocaba un paño, Giacometti evitaba que se formasen sombras.
Dentro de la percepción de Giacometti sobre su modelo hemos de destacarla mirada de éste, pues para aquél, era el elemento mas que fundamental que daba vitalidad a la cabeza.



La vivienda-estudio en cuestión era de lo mas austera, lo que llevaba a pensar en todo aquel que accediera a la misma que su usuario vivía en un mundo de auténtica miseria. Alberto Giacometti se bastaba con algunos pequeños armarios y una mesa de madera de metro y medio de longitud, la cual situaba ante la ventana norte. Todo ello rodeado de las mas diferentes obras de nuestro artista, que lejos de estar colocadas en el mayor de los desórdenes, para Giacometti su situación exacta estaba completamente justificada. Todo aquéllo que formaba parte de su entorno se involucraban en cada proceso de creación artística.



Video sobre su obra


De esta forma GIACOMETTI actúa en su propio escenario, amén de ser espectador del mismo. Esa sensación dual de implicación artística es la que hace de GIACOMETTI un artista excepcional, y a la vez nos impulsa a participar del peculiar vacío en el que comulga el artista, en una especie de mas que insuperable e insaciable deseo. 
El deseo que está siempre presente en todo ser humano. En Giacometti el hombre que camina se convierte en el símbolo de ese deseo de perfección vital para el artista que intentaba lograr para sí mismo y para todo su obra artística.



"SOLO INDIRECTAMENTE PUEDO HABLAR DE MIS ESCULTURAS, Y SOLO PARCIALMENTE, ESPERAR DECIR LO QUE LAS MOTIVÓ"

ALBERTO GIACOMETTI

BUEN DÍA A TODOS

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