Isadora
Buen día estimados amigos, me acompaña hoy una presencia deliciosamente etérea, mas también profundamente humana. Solo de la humanidad consciente de cada cual puede surgir la creación, en todos y cada uno de los aspectos. Nadie que reniegue de sí mismo, de los demás, conseguirá jamás llegar a meta alguna, y ello pese a estar en posesión de las facultades físicas y mentales que le capacitarían para ello.
Pero existe algo más, todas las personas tenemos en nuestra vida una trayectoria, que mal que nos pese, no la define el destino, sino nosotros mismos: los que abrimos y cerramos nuestra alma, nuestro sentimiento. Es por ello que esas personas son mas que especiales, y una de ellas es la que nos da pie a entrar, con el mayor de los honores, en su vida y en lo que fue su obra, ISADORA DUNCAN.
Como todo hombre o mujer sus vidas recorren momentos de soledad, desgarro, infelicidades,..... pero no cabe la menor duda, que también conocen del amor, de la felicidad, del placer y del gozo de los sentidos en su mas amplia expresión.
Tratar de resumir en unas pocas líneas toda la vida de una persona, conocida o no, es del todo dificil y sumamente delicado, siempre hay algo que falta, siempre algo que está de más. Pero lo importante, lo que verdaderamente merece la pena, es el interés que esa persona suscita en nuestro mundo, y que, a posteriori, quedará formando parte de lo que es nuestro conocimiento del ser humano, en sus múltiples facetas.
Como creo que todos conocéis ISADORA DUNCAN fue una mujer que conoció el éxito, gracias al sentimiento que marcó una nueva visión de lo que era el ballet contemporáneo, pero también, y desgraciadamente, conoció de una existencia marcada por la tragedia.
Partamos de la base de que ISADORA DUNCAN fue una librepensante, una mujer que no conocía y aceptaba muchos cánones establecidos, tanto en el terreno personal como en el profesional al que dedicó su vida. Siempre detestó el ballet clásico, pues lo veía como una perversión estética, amén de que no aceptaba ni su rigidez, ni tampoco su disciplina. El ballet no tenía por qué suponer un sacrificio para aquellas niñas que se iniciaban en la danza, sometidas a horas y horas de duro trabajo y a estrictas dietas.
Para ella la danza era una forma mas que equilibrada de unir los movimientos con las propias emociones.
Cuenta en sus memorias, el encuentro que tuvo con Anna Pavlova, en San Petersburgo, del que Isadora nos relata sus impresiones, y todo ello a lo largo de un día en el que comparten juntas, y en el que Anna ni comía, ni bebía y apenas dormía. Además, se mortificaba con mas que terribles ejercicios físicos, todo ello encaminado a conseguir una mas que férrea elasticidad. Isadora Duncan prefirió pasar su jornada disfrutando de un mas que agradable almuerzo, para después dormir una reparadora siesta, y ello sin abandonar aquéllo para lo que la Naturaleza la dotó sobremanera: la danza.
Es dificil llegar a comprender cómo una mujer, pasional, dura, llena de vida puede tratarla ésta en la forma que lo hizo con ISADORA DUNCAN.
Isadora nació en San Francisco, en 1878, y murió, accidentalmente, en Niza en 1927. Su infancia conoció la existencia del matrimonio roto de sus padres, que terminó en divorció lo que marcó a su pequeña hija. Con tan solo diez años se decide por abandonar la escuela para dedicarse a lo que sería su vida: la danza y con diecisiete años marcha a Nueva York, en donde empieza a trabajar en la compañia de Agustín Daily.
Mas éste último no estaba muy de acuerdo sobre la teorías que Isadora Duncan pretendía llevar a la práctica dentro de la danza, fundamentalmente, partiendo de la base de la improvisación, por lo que dos años mas tarde abandona la compañia y se marcha con su familia a Londres, y ello para estudiar los movimientos que aparecían reflejados en los jarrones griegos, en forma de danza antigua, que había conocido en el Museo Británico; increíble, pero cierta la formación de nuestra protagonista.
Fue de esta forma como ISADORA DUNCAN empieza a gozar del favor del público, precisamente, sirviéndose del estilo de la danza de la Antigua Grecia. En su ideología estaba que el baile debía de ser una continuidad de los mas que naturales movimientos corporales, y no esas actitudes y movimientos forzados de los bailarines clásicos. Como consecuencia de su admiración por la Grecia clásica sus coreografías estaban inspiradas en sus cánones de belleza de las estatutas y pinturas. Su danza era un continúo fluir del cuerpo con el ritmo que imprimía la naturaleza. Fue el suyo un triunfo total y los teatros europeos se disputaban su presencia.
La vida de Isadora comenzó entonces un peregrinaje, y su forma de entender la danza fue conocida en Paris, en Italia, donde quedó del todo embelesada por Botticelli.
Para Isadora Duncan el amor a la Naturaleza y a la vida lo expresaba a través del movimiento de su cuerpo, estableciendo una corriente de espléndida armonía entre ellos; tanto es a sí que tenía por costumbre bailar descalza, y con una túnica de seda transparente como única vestimenta. Libre se sentía, libre bailaba.
Su éxito alcanzó cotas increíbles hasta el punto de que se convirtió un referente de la danza moderna, recibiendo el apelativo de "La ninfa". Fueron muchos los que querían sentirse próximos a ella: intelectuales, poetas, literatos, pintores... todos querían conocer la mas que apasionada y bellísima fuerza interior de esa mujer que "volaba sobre sus pies SIN ALAS".
Mas como suele ocurrir con todas las historias de aquéllos a los que la fortuna favorece, es la propia fortuna la que se encarga de hacerle conocer que su estatus no lo será siempre, y de esta forma, la vida sentimental de ISADORA DUNCAN empezó por dar un nuevo rumbo a su vida profesional, eso sí, de forma mas que trágica.
De su relación sentimental con Gordon Craig nació su hija Deirdre, y de la que vivió con el multimillonario Paris Singer (precisamente, el del imperio de las máquinas de coser), nació su hijo Patrick. Fue Paris Singer quien se convirtió en su amante y en su mecenas, y por unos años la felicidad fue protagonista en la vida de la pareja.
Mas esta felicidad, se vino a truncar de la forma mas horrible que puede conocer una madre, pues el dia 19 de marzo de 1913, estando Isadora hospedada en el lujoso hotel Trianon de Versalles, con sus dos hijos, recibió una llamada de Singer, con la finalidad de que fueran a almorzar a Paris, y así fue, mas a la vuelta Isadora debía regredar al teatro para ensayar, yendo acompañada como iba de sus hijos, y sabiendo que estaban muy cansados, Isadora se quedó ensayando y los niños se fueron con la institutriz en el coche. En un momento determinado el coche se paró, y el chofer se bajó del mismo, para ver el problema, mas olvidó poner el freno de mano; desgraciadamente, el coche se puso en movimiento y sin que pudieran evitarlo cayó al Sena, donde murieron ahogados los dos hijos de Isadora y la institutriz.
Las palabras de Isadora no dejan lugar a dudas: "Si esta desgracia hubiera ocurrido antes, yo hubiese podido vencerla; si mas tarde, no habría sido tan terrible, pero, en aquel momento, en plena madurez, de mi vida, me ANIQUILÓ"
Fue asi como la mujer fuerte, pasional, de férrea voluntad se rompió, y lo fue para siempre, abandonando su carrera, y dedicándose, exclusivamente, a la enseñanza, sometiéndose, de esta forma, a un trabajo agotador, con tal de intentar olvidar su terrible desgracia.
Mas fue este hecho el que también marcó otra etapa de su vida, la que la llevó, de forma totalmente érratica, a dejarse llevar por su propio instinto, lo que le perjudicó aún más.
Intentando hacer algo por su vida, volvió a casarse de nuevo, esta vez con un poeta ruso, Sergei Essenin, del que tuvo un hijo, mas falleció al poco de nacer. Dicho matrimonio, cimentado para salvar una situación dificil, fracasó evidentemente. Sergei sufrió una profunda depresión y ambos se trasladaron a vivir a Moscú; dicha solución no sirvió para arreglar la situación de la pareja por lo que Isadora se decidió por solicitar el divorcio y abandonó la Unión Soviética; poco después, Sergei, profundamente abatido por la depresión y la soledad, se suicidó.
Mas si la vida no había castigado ya a Isadora Duncan lo suficientemente, terminó haciéndolo con su propia persona, causándole una mas que prematura muerte. Un día de septiembre de 1927, concretamente, el 14, y cuando se subió a un bugatti para dar una vuelta con la intención de adquirirlo, no reparó en que el chal rojo que llevaba atado al cuello estaba enredado entre los radios de una de las ruedas traseras del coche, y en cuanto éste se puso en marcha, tiró de Isadora hacia atrás, de tal forma que murió estrangulada. Tenía tan solo 50 años.
Para muchas personas a las que la Historia nos las hace protagonistas de una vida pública mas que sobresaliente, como fue el caso de ISADORA DUNCAN, que marcó todo un hito en lo que se considera la danza moderna, también el destino hace de ellas víctimas de terribles tragedias. ISADORA DUNCAN, bellísima mujer, y mejor bailarina, el precio de su "don" fue excesivamente caro: dos hijos, dos matrimonios, y su propia vida.
ISADORA habituada a volar sin alas no pudo salvar a sus hijos de su terrible muerte, que, en definitiva, fue la suya propia.
El espíritu del valle no muere,
es la misteriosa hembra.
La puerta de la misteriosa hembra
es la raiz del cielo y del mundo.
Perseverando sin cesar,
su eficiencia jamás se agota.
TAO TE KING (Lao- Tsé)
Los velos de Isadora
BUEN DÍA A TODOS
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