jueves, 12 de mayo de 2022

FEDERICO ARMANDO BELTRÁN MASSÉS.- LA EXQUISITA BELLEZA DE LA PINTURA SIMBOLISTA



El término "simbolista" fue empleado por primera vez para hacer referencia a los poemas de Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine en 1886, si bien su uso se aplicó también a diferentes formas de expresión plástica, entre ellas, la pintura, con el común denominador de ofrecernos una representación de la realidad a base del empleo de escenas de ensueño, todo ello rodeado de un mundo con alto contenido sexual, místico y psicológico.




La obra pictórica del pintor de origen cubano FEDERICO BELTRÁN MASSÉS, nacido en Guaira de la Melena, Cuba, en 1885, y fallecido en, 1949,  comienza bebiendo de la influencia de Sorolla y los clásicos españoles, para continuar derivando hacia el naturalismo característico de Zuloaga; no obstante, fue en 1910 cuando Federico Beltrán Massés encuentra su espacio artístico definitivo dentro del movimiento simbolista y su forma de expresión.




La familia de Federico Beltrán Massés se trasladó a Barcelona -España-  cuando el pequeño tenía sólo cuatro años, en un periodo en el que el movimiento artístico dominante era el modernismo. El joven Beltrán Massés ingresa en la Escuela de Bellas Artes, donde fue discípulo de Caba y Sorolla. En 1905 se traslada a Madrid con la finalidad de estudiar a los grandes maestros del Museo del Prado; asimismo durante este periodo son frecuentes sus desplazamientos a Asturias, cuyos paisajes plasmó en varias de sus obras.
En 1911 contrae matrimonio con la también pintora Irene Narezo Dragonée, trasladándose ambos a Paris en 1916, ciudad en la que permanecieron hasta el año 1946, cuando regresan a Barcelona.






Durante los treinta años que vivió en París se especializó en la realización de retratos, e igualmente, realizó numerosos viajes que le llevaron a diferentes países europeos, entre ellos, Italia, Venecia, siendo notable la influencia de los fondos arquitectónicos de esta ciudad en la obra de Beltrán Massés, que la descubre como la ciudad de sus sueños, haciendo de la misma el fondo de sus más destacados retratos.
El hecho de instalara su residencia "oficial" en París le permitió relacionarse con las personalidades más destacadas tanto del mundo artístico como del mundillo social parisino, convirtiéndose en un retratista bien cotizado.




El hecho cierto es que Federico Beltrán Massés gustaba y mucho de viajar, siendo uno de sus destinos los EE.UU. donde llegó a exponer en 1924 en la Galería Wildenstein, en Nueva York y en Los Ángeles en 1925. Su vida social fue intensísima de tal forma que frecuentó los más variados ambientes y se convirtió en el invitado más cotizado de todo evento social, tanto es así que el por entonces mito del cine Rodolfo Valentino llegó a convertirse en uno de sus mejores amigos, y le presentó a diferentes personalidades del mundo del 7º arte, entre ellos Charles Chaplin, Joan Crawford, Gloria Swanson, Douglas Fairbanks; algunos de ellos fueron retratados, así como personalidades de las famosas sagas de millonarios norteamericanos, los Rothschild, los Morgan, Forbes o William Randolph Hearst; éste último y Beltrán Massés mantuvieron durante años su amistad hasta el punto de que ambos con sus respectivas parejas realizaron diferentes viajes por Europa.





La pasión por los viajes y el conocimiento de Beltrán Massés le llevó incluso hasta la India y Ceylán, a petición de la que fuera Maharaní de Khapurthala, la conocida Anita Delgado, a quien también realizó un retrato. Lo cierto es que el mundo exótico de oriente sólo aparece en sus cuadros como una especie de marca de fondo, nunca es protagonista de la obra, pues lo suyo es la plasmación de sus propias ensoñaciones e ilusiones.
Y es que la finalidad de Beltrán Massés no era otra que la creación de belleza decantándose por la utilización de temas del todo idealizados y fantásticos, dando como resultado una obra del todo decorativista, abundando en escenas y composiciones con alto contenido sensual, y llenas de luz y color; en gran medida, la sensualidad de muchos de sus cuadros se ven envueltas en una especie de perversidad un tanto oculta, pero que salta a la vista.






La totalidad de la obra de Beltrán Massés en su conjunto nos lleva a considerarle como un "retratista mundano", y es su azul, el color que llegó a conocerse como "Azul Beltrán" lo que más ha caracterizado todo su trabajo; una paleta con los más variados tonos azules que nos muestran el espectáculo de lo que es el crepúsculo y la oscuridad nocturna.




El hecho de que su vida fuera un continuo viaje le permitió también que en esos países en los que llegó a ser reconocido, expusieran su obra en diferentes ocasiones -España, Francia, Bélgica, Inglaterra, EE.UU.- y con más que especial éxito, pues fue distinguido con numerosos premios.








Fuentes:
Wikipedia.
https://www.beltranmasses.com
https://www.biografiasyvidas.com

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