PRESENCIA
Heridas hablan en cada
uno de mis silencios,
flujo de sangre a modo
de rojas lágrimas
que se distinguen en
la distancia
a medida que avanzan
mis pasos y
tú retrocedes.
No debes de tener
miedo si solo soy una sombra
el pálido reflejo en
un cristal cóncavo
al que cada noche te
asomas
abundando en la
curiosidad.
No pienses que voy a
volver a buscarte,
parásito que apura cada poro de tu piel
por la que hago
respirar mi olor y
con cálidos susurros ahogo
tus sentidos.
Tus días arrastran esa
pesada carga
que se dice a modo de
remordimiento
y nada alivia ese
presentir oscuro
que se erige cada
amanecer en tu presencia.
Soy yo, tu amada, por
siempre
que así lo creyó y en
ello insiste.
Rosa Freyre del Hoyo
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