SOMBRAS CHINESCAS
En tu mirada se ha
instalado la pereza
rendida en el deslizar de
la desidia,
del desinterés se nutre tu
estado de ánimo,
de la melancolía, la que al
poeta mudó.
Perdida en tu laberinto,
triste Ariadna,
con el corazón desgastado,
más no por desengaño o
desamor,
fruto del recurso de la
indecisión.
Desventajada alumna del
teatro de la vida,
titiritero y marioneta en
un escenario de papel,
aprendiz de sombras
chinescas
proyectadas sobre una
blanca pared.
Sabes bien que no
comprendes nada
tu soberbia ignorancia se
agradece satisfecha
para consuelo de una
frustrante desilusión.
Rosa Freyre
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