SUMISIÓN
Sólo son las tuyas
palabras huecas
que como eco se repiten
en mi historia
inacabada con el paso de
los días,
imprevisible en un
tiempo que no olvida.
A mitad de camino fui la
víctima ideal
para todo verdugo que
hace gala de su esencia.
Encuentros que se
perdieron en las madrugadas
dibujadas por el humo
del tabaco con regusto
de alcohol barato,
consuelo para el exceso
de dos.
Me sentí la estrella de
la película,
con la inacción ante
todo gesto de violencia,
acepté la sumisión como
acto de verdadero amor
y el dolor en forma de
corazón tatuado en mi frente
bajo la mirada del
extraño que juzga mi ignorancia,
cubiertos por sudarios
blancos los espejos ya rotos.
Rosa Freyre
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