Quienes me leéis con asiduidad conocéis mi interés por cambiar de temática en cada uno de los artículos que van conformando este espacio dedicado a la cultura y al mundo del arte.
Es así que siguiendo esta sana costumbre pues hoy me decido por acercarnos a la figura del escritor y sobre todo ilustrador austriaco ALFRED LEOPOLD ISIDOR KUBIN, nacido en Leitmeritz, Bohemia -por entonces parte del imperio austrohúngaro-, el 10 de abril de 1877 y fallecido en Zwickledt, Austria, en 1959.
Siendo la suya una familia de tradición militar, ingresó en el ejército, más por motivos de salud mental que le llevaron incluso a varios intentos de suicidio -su madre murió siendo niño, algo que no logró superar con el tiempo-, abandonó esa inicial trayectoria.
Su formación artística profesional la inició en 1898 a partir de su ingreso en la escuela de arte privada de Ludwig Schmidt-Reutte y después en la Academia de Munich. A la vez comenzó a colaborar en la revista satírica Simplicissimus.
Su primera exposición tuvo lugar en Berlín, en 1902 y un año después publicó su primera recopilación de dibujos. Alfred Kubin tenía una especial predilección por las litografías, como consecuencia de su admiración por el trabajo de Odilon Redon, a quien llegó a conocer y visitó en París en 1905.
Es acertado afirmar que Alfred Kubin fue uno de los miembros más importantes de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) -el origen de este segundo grupo expresionista se dio con la creación de un almanaque que llevaría el nombre de Der Blaue Reiter, y cuyo mayor exponente fue Kandinsky-.
Con independencia de su actividad como grabador e ilustrador, Alfred Kubin desarrolló una importante actividad literaria, autor de múltiples artículos, narraciones y un significativo epistolario. Die Andere Seite, traducida al castellano con el nombre de La otra parte o Al otro lado, es su trabajo más importante y todo un clásico de la literatura fantástica.
Considerado como uno de los máximos representantes del Expresionismo, sus trabajos nos muestran sus fantasías más oscuras, formas espectrales y simbólicas. Sus ilustraciones las podemos encontrar en obras de grandes de la literatura como Edgar Allan Poe, E.T.A. Hoffmann o Fyodor Dostoevsky.
Alfred Kubin también sirvió como referente a los cineastas más representativos del expresionismo, entre ellos Murnau, en base a la magia que resulta de la utilización de la luz que produce efectos del todo irreales, tal y como puede apreciarse en su película Fausto.
El talento de Alfred Kubin sirvió como base para las pinturas surrealistas, en especial, las de Salvador Dalí.
La obra de Kubin puede resumirse en el intento de expresar y acabar con el dolor que vivió en su niñez, en el intento de conocer su auténtica identidad personal y acabar con tantas frustraciones que marcaron su existencia.
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