Viajar, la fórmula más acertada y deliciosa de conocer todo tipo de gentes, culturas, costumbres, y por supuesto, arte, de toda naturaleza, y ello con independencia de la siempre ineludible cita con los grandes museos, el sencillo paseo por una ciudad, un pueblo, incluso, una tranquila visita a un lugar recóndito nos sorprende siempre.
Es así que en la ciudad de Dresde, tal y como destaca el Libro Guiness de los Récords, en la que es su edición de 1998, se habla de una singular lechería. Una auténtica obra de arte la "Lechería de los Hermanos Pfund", que recibe la continua visita de clientes y otros tantos que vienen a deleitarse con la belleza de su decoración.
Este bellísimo comercio fue fundado en 1892 por parte del comerciante Paul Gustav Pfund, en el que ubicó un negocio de lechería, concretamente, en el número 79 de la calle Bautzner.
Lo más característico de este comercio no son sus productos, de los que no cabe la menor duda sobre su bondad, sino su exquisita decoración, de un estilo profusamente neorenacentista, a base de todo tipo de animales, flores e incluso ángeles.
Lo cierto es que esta singular lechería recibe una cantidad innumerable de visitas, razón por la cual es uno de los lugares más significativos de Dresde para todo viajero que decida visitar esta bella ciudad.
Mas este enclave sufrió los bombardeos que devastó la ciudad de Dresde en 1945, durante la II Guerra Mundial, aunque no le afectaron directamente, ni tampoco los siguientes avatares que conoció con el paso de los años, como el periodo del socialismo germano oriental, y el hecho de que en 1972 el Estado se hiciera con él, planteando su remodelación -que no llegó a consumarse-, pues ello implicaba el reemplazo de la entonces y actual ornamentación por otra a base de paneles de plástico.
Una vez se produjo la reunificación de las dos Alemanias, el negocio permaneció descuidado, y fue gracias a que un bisnieto de su original propietario se hizo cargo del mismo, la más que famosa Lechería de los Hermanos Pfund empezó a recuperar su especial belleza, todo ello con la consiguiente recuperación de partes y azulejos que se encontraban dañadas y tuvieron que ser restauradas, si bien tan solo se trató de un 5% de los azulejos.
Es así que en 1995 el local reabrió sus puertas al público, ofreciendo no ya solo sus productos, más de 120 tipos de quesos y leche, sino la belleza que surge ante todo cliente, que no pueden reprimir la admiración que despierta.
Y como recuerdo de la visita, no solo podemos llevarnos un delicioso queso, sino también un souvenir en forma de azulejo.
Por cierto, si estamos ya cansados de la visita, en el piso superior de la tienda se ha instalado un restaurante, que nos hará reponer fuerzas...
Y que siga la visita a la ciudad, con lugares como la Frauenkirche, la Seper Oper y sus siempre maravillosos museos....
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Fuentes: Wikipedia
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