Los que disfrutamos viajando sabemos lo que supone el descubrimiento de lugares, monumentos que nos llaman poderosamente la atención, no sólo por su belleza, sino por la historia que esconden.
Este es el caso de una fuente, bellísima y singular, la conocida como FUENTE DE LOS INOCENTES, obra del arquitecto y escultor francés Jean Goujon, una de las figuras más importantes del Renacimiento en Francia.
Se conocen pocos datos de su biografía, si bien es más que probable que viajase por Italia y se formara en Roma. Sus inicios en París, hacia 1542, tienen su reflejo en la participación junto con otros cinco escultores como colaborador del arquitecto Pierre Lescot.
La Fuente de los Inocentes es una fuente pública ubicada en la plaza Joachim-du-Bellay en el barrio de Les Halles, en París; inicialmente fue conocida con el nombre de Fuente de las Ninfas, y su construcción está datada entre los años 1547 y 1550, siendo la fuente monumental más antigua de París.
Calificada como Monumento histórico de Francia, formó parte de un encargo de la decoración de la ciudad a fin de conmemorar la entrada real del rey Enrique II en París, en 1549.
En el año 1130 en este lugar fue edificada una iglesia que dedicaron a los Santos Inocentes, a la que se accedía a través de un cementerio, el más grande de París, en el que los cuerpos se sepultaban en la tierra, en fosas comunes, y envueltos en sudarios.
El hecho cierto es que este lugar era un punto común de reunión de los franceses, e incluso de cita clandestinas. El cementerio fue clausurado en 1785 y los huesos fueron trasladados a las actuales Catacumbas de París.
Si bien la iglesia fue destruida, la fuente fue salvada en un último momento y posteriormente reconstituida con forma de templete, para que pudiera ser vista por los ciudadanos en la nueva plaza que sustituyó al cementerio; al parecer, la fuente se encontraba, inicialmente, adherida a un edificio, por lo que solo tenía tres caras. Debido a ello fue añadida una cara más decorada por el artista Agustin Pajou, según proyecto del ingeniero Six. El proyecto inicial contemplaba redistribuir el decorado existente hasta entonces, si bien dado que las figuras eran insuficientes, se crearon nuevos bajo relieves siguiendo el mismo estilo del empleado por Jean Goujon.
El aspecto de la fuente nos recuerda el de un templo pequeño de planta cuadrada, cuyos cuatro ejes se cruzan; lo que son las paredes laterales aparecen decoradas a base de columnas compuestas, estriadas y cruzadas, y en cada lado aparece un frontón rematado por un ático triangular.
Este bello conjunto está coronado por una cúpula semiesférica. El espacio entre las columnas está ocupado por una náyade, siendo cuatro los bajo relieves en los que podemos disfrutar con la presencia de las deidades de las fuentes.
La temática de las ninfas de aguas dulces o náyades fue un recurso muy popular empleado en el Renacimiento, tanto en la escultura como en la pintura. Estas deidades son personajes femeninos sobrenaturales relacionados con el mundo de la naturaleza, en el caso que nos ocupa con el agua dulce, y se muestran semidesnudas. El trabajo de Jean Goujon viene a ofrecernos un estilo del todo refinado y con precisión reflejada en diferentes detalles técnicos, como son los pliegues de los vestidos de las jóvenes y bellas náyades, provistas de ánforas de las que vierten agua.
El agua cae en forma de hojas hacia la calle, en tanto llena el interior de la fuente, saliendo sobre la puerta de cada arco y bajando por una serie de seis niveles hasta llegar a una cuenca circular situada a ras de suelo.
Este delicioso monumento fue, una vez más, modificado en 1856, bajo la dirección de Davioud, añadiéndose una base piramidal y un cuenco de bronce labrado a base de escamas de pescado en el centro de la cúpula.
Evidentemente, una obra de arte para la posteridad.
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