viernes, 8 de enero de 2021

ALBERTO DURERO.- AUTORRETRATO "CRISTOLÓGICO".



ALBRECHT DÜRER, o ALBERTO DURERO, el artista consciente del valor de su talento, virtuoso en todo tipo de detalles, erudito y visionario en la representación de un mundo exacto, a la vez que Leonardo Da Vinci, es la personificación de la unidad que alcanza el genio entre su vida y su arte.



Genio precoz, nacido en Nuremberg en 1471 y fallecido en 1528, Durero conoce de la gloria en vida y a lo largo del tiempo esa gloria ha seguido vigente, al conseguir un modernismo tanto iconográfico como en lo que se ciñe al plano de la composición y de la plástica; en consecuencia, podemos afirmar que Alberto Durero es el primer artista modernista del norte de los Alpes.




Su obra abarca tanto escenas bíblicas como retratos, pinta al óleo sobre madera, aunque también acuarelas y aguadas de paisajes y animales, grabados y dibujos.

Su carrera se inicia trabajando fundamentalmente el grabado, más es en sus primeros retratos, y sobre todo, en los autorretratos donde Durero nos ofrece lo mejor de sí mismo, a base de mostrarnos una introspección sublime, gracias a la aplicación de sus descubrimientos pictóricos y humanistas, en los que la mirada del espectador converge con la del retratado, proponiéndole una lectura completa de la obra.


Autorretrato Durero
(Museo del Prado)

Durero aplica de forma exacta las leyes de la proporción y de la perspectiva, sus diseños son suaves y los drapeados de sus ropajes son cuidadosos. Sus personajes llaman la atención en lo que es la relación humana, nunca en la social. Y por lo que respecta al color, Durero nos descubre el color "absoluto", del todo diferente al color-luz veneciano.


Autorretrato de Durero
Alte Pinakothek Múnich


Entre otros autorretratos, Alberto Durero pintó dos que destacan por su excepcionalidad, el que se conserva en el Museo del Prado de Madrid -Autorretrato de Durero-, y el que se conserva en el Alte Pinakothek de Múnich y que se conoce con el nombre de AUTORRETRATO "CRISTOLÓGICO".

Este último fue realizado en 1500, cuando Alberto Durero contaba con tan solo 28 años, tal y como puede observarse en la parte derecha superior del cuadro. 




Evidentemente se trata de su autorretrato, más curiosamente nos muestra la imagen de un hombre más maduro, destacando sus largos cabellos, su expresión seria y su vestimenta, y el hecho cierto es que si el propio Durero no lo hubiera firmado como autorretrato, podríamos afirmar que es la imagen de un "Ecce homo", especialmente, a razón de sus largos cabellos dorados que vienen a enmarcar su rostro.


Como en toda obra de Durero, y en especial, por lo que respecta a los retratos y autorretratos, el rasgo fundamental es la expresión que el artista impregna en los ojos, de una profundidad especial, y que nos evocan una personalidad noble y cautivadora. Durero ha conseguido con sus pinceles un efecto que muy pocos artistas han hecho: el retrato del alma en la mirada.

Esa atracción que ejerce la figura retratada queda reforzada por el fondo oscuro, abundando en la quietud que inspirada toda la obra, una calma sentida y profunda.


Su mano derecha acaricia la sencilla vestimenta, pues se trata de una bata de terciopelo de color café y que da la impresión de estar usada, en una posición que nos recuerda las representación de Cristo. No cabe la menor duda que el "retratado" nos mira a nosotros, los espectadores a través de una miraba que irradia bondad.

La pintura es puro detalle, y puede observarse la labor de Durero por lo que respecta al tratamiento que le da al cabello, puro realismo.

Una vez más, Alberto Durero, el artista precursor de las ideas del Renacimiento, se nos presenta bajo una forma inquietante y rodeado de un halo de misterio no ya solo por la impresión que nos produce, sino por el hecho de que escogiera esa actitud -la que nos evoca a un Ecce Homo-, para presentarse a sí mismo.


Las manos de Durero



Disfrutadlo, es una obra maravillosa con una lectura infinita.


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Fuentes.
Wikipedia.
Maestros de la Pintura. Larousse

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