JOHANNES VERMEER, pintor de la luz, maestro del arte holandés, destacó, sobre todo, por sus escenas de género en interiores: sus retratos, en los que la mujer cobra un papel fundamental, en tanto la presencia del hombre tiene un matiz secundario.
Sus trabajos tienen una composición compleja, como algunas de sus naturalezas muertas, y sus colores preferidos el azul y el amarillo nos permiten descubrir la pureza de la luz, esa sensación física que desborda su arte y muestra el dominio sobre una naturalidad que llega a emocionarnos.
Hoy vamos a ceñirnos al análisis, modesto, por supuesto, de una de sus obras más significativas, tratándose de un paisaje, ya que fue el único que pintó, se trata de VISTA DE DELFT.
Este óleo sobre lienzo fue pintado alrededor de 1660-61, y sus medidas son 96,5 cm de alto y 115,7 cm de ancho. A día de hoy podemos disfrutar de su vista en el Mauritshuis de La Haya (Países Bajos).
Vermeer pintó su Vista de Delft en el lugar, si bien el instrumento que apuntaba a la ciudad y del que aquel obtuvo el aspecto que pudo trasladar el lienzo, no era una cámara oscura, sino el telescopio invertido. Este instrumento permite concensar la vida panorámica de un sector determinado, disminuye las figuras del primer plano a una dimensión inferior a la normal, enfatiza el primer plano, lo que conlleva que el resto de lo que es la composición de la obra retroceda en el espacio. De esta forma Vermeer consigue una imagen en la que destacan los efectos ópticos, destacando una especial atmósfera con una luz del todo brillante.
El maestro holandés consiguió con esta obra superarse a sí mismo, dando una papel principal a la naturaleza de su ciudad natal, no en vano, el gran Marcel Proust llegó a afirmar que "Vista de Delft era el cuadro más bonito del mundo".
Directorio Hispano de las Artes
Wikipedia.
Maestros de la Pintura. Larousse.
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