sábado, 23 de marzo de 2019

ALBERTO DURERO.- EL CABALLERO, LA MUERTE Y EL DIABLO.

Autorretrato

Intentar calificar con una única palabra la personalidad y la obra de ALBERTO DURERO resulta del todo imposible, más designarle como un artista particularmente consciente de lo que fue su talento es del todo acertado, un genio que se situó en primera línea de las ideas humanistas del renacimiento.
Es la suya una pintura en gran medida compleja, pues contempla una síntesis de lo que son las influencias germánicas y neerlandesesas góticas, a la vez que las de la modernidad italiana.


Es el suyo un arte objetivo, concienzudamente erudito que ofrece una reproducción detallada de la representación del mundo.
Es, por tanto, su obra el resultado de una relación especial entre la vida y el arte.
La fama y lo que conlleva la misma, Alberto Durero la conoce en vida, llegando a convertirse en el único artista alemán que pasa de lo que es la calificación de "artesano" de la edad media a ser considerado como pintor humanista y clásico del renacimiento.
En su favor la total facilidad con la que consigue asimilar el arte europeo, y a la vez reinterpretarlo, y es el primer artista que consiguió crear lo que se llamó el autorretrato introspectivo de lo que se considera como pintura occidental.
Es en el grabado donde alcanza un nivel de maestría inusual, no sólo por la técnica empleada, sino también por lo que son las innovaciones que incorpora.


Su pintura nos muestra la aplicación más que exacta de lo que es la proporción y la perspectiva, sus paisajes, bien naturales o artificiales, parecen tener vida propia, aportándonos de sus personajes lo que es una relación humana, lejos de la que podría considerarse como exclusivamente social.


El grabado conocido como el título de "El caballero, la muerte y el diablo" está datado en 1513, para el que Alberto Durero se sirvió de la técnica de buril sobre plancha de metal.

Existen distintos ejemplares del mismo, siendo el más destacado el del Museo del Louvre, con unas dimensiones de 25 x 19 cm.
En el grabado es donde Durero nos ofrece una maestría insuperable y lo convierte en medio de un pensamiento que da paso a una alegoría, abundando en el empleo de símbolos iconográficos.


Con independencia de los tres principales personajes que dan título a la obra, un caballero, la muerte y el diablo, en la composición podemos observar la presencia de una gran cantidad de elementos que nos llevan a ser conscientes de lo que viene a definirse como horror vacui (miedo al vacío), expresión latina que viene a utilizarse, fundamentalmente, en pintura con la finalidad de rellenar precisamente espacios vacíos.


La figura del caballero es, sin lugar a dudas, la central del grabado y aparece del todo equipada y sobre un caballo. Una especial mención merece lo que es la perfecta elaboración del cuerpo del caballo, cuya anatomía, preocupación de los artistas del Renacimiento, resulta del todo impresionante.


El caballero aparece acompañado por un perro, lo cual está asociado a la idea de la fidelidad y la fe, por lo que Durero utilizaba con asiduidad la imagen de este animal. En el extremo opuesto es una lagartija la que huye en dirección opuesta, símbolo del alma que busca la luz.En definitiva, el Caballero viene a representar la virtud moral, nos ofrece la imagen de virilidad, lucidez, serenidad, en resumen, un soldado preparado para la batalla. Su rostro viene a ser como una máscara firme y enérgica. Al fondo se observa un castillo, su destino, la virtud inexpugnable.


Y es así como de entre lo que pueden calificarse como sombras aparecen la Muerte a caballo y un horrible Diablo. La Muerte está representada como un cadáver en descomposición, su rostro está del todo desdibujado, pues carece de mejillas, nariz y labios, amén de que su cuello aparece rodeado de serpientes. Se presenta ante el Caballero, tratando de provocarle miedo, mostrándole su reloj. En la misma escena nos encontramos con el Diablo que sonríe, en una mueca que nos muestra por detrás del caballo, a la vez que alza en sus manos una pica.





En lo que es la parte inferior del grabado una placa nos ofrece las iniciales del artista (A D), con su firma característica, incluyendo la fecha, si bien, detrás de esta placa aparece otra calavera, que simboliza, igualmente, la muerte.
El Caballero puede provocar la Muerte, pero también puede ser víctima de ella.
El paisaje rocoso y lóbrego nos abunda en la impresión de terribles presagios, a los que el Caballero está dispuesto a enfrentarse: su aplomo viene a demostrarnos que tiene una ardua tarea por cumplir.


Este magnífico grabado es una de las obras más significativas y mejor ejecutadas de Alberto Durero, que iba acompañada de un poema moralizador, si bien está tan oscurecido que resulta imposible leerlo, y según distintas fuentes Durero lo realizó condicionado por sus sentimientos de indignación y aflicción ante los rumores que se habían extendido sobre el supuesto asesinato de Lutero.
El grabado se inspira en un texto de Erasmo de Rotterdam: "Para que no te dejes apartar del camino de la virtud porque te parezca abrupto y temible, porque tal vez hayas de renunciar a las comodidades del mundo, y porque constantemente has de combatir contra tres enemigos en lucha desigual, que son la carne, el demonio y el mundo, te será propuesta esta tercera norma: todos esos espectros y fantasmas que se abaten sobre ti (....) has de tenerlos en nada".

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Fuentes:
Wikipedia.
www.artehistoria.com
Maestros de la Pintura. Larousse 



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