Buen día, entrañables amigos todos del Arte, con mayúsculas, volvemos hoy, con la PINTURA, y como ejemplo no solo vale un botón, sino, en el caso del Arte, una auténtica obra maestra, aquí que nos encontramos con este retrato, una de las obras mas emblemáticas y por excelencia, mas sobresalientes de la Edad Media.
Este óleo sobre tabla que todo el que quiera y así lo desee puede verlo en la National Gallery de Londres, fue pintado allá por el al 1434, por Jan van Eyck (1390-1441). Fue Margarita de Austria la que adquirió el cuadro en cuestión en el año 1516, en tanto era gobernadora de Flandes.
La pareja que aparece retratada en el cuadro, según todas las investigaciones llevadas a cabo por la historia del Arte, los identifica como Giovanni Arnolfini y Giovanna Cenami, descendientes de familias de comerciantes de Lucca. Ambos vivieron durante varios años en Brujas, donde Giovanni Arnolfini fue nombrado duque de Borgoña en el año 1461, a tenor de las buenas relaciones que mantenía con el rey Felipe el Bueno. El matrimonio no tuvo hijos, falleciendo Giovanni Arnolfini en el año 1472 y su esposa, ocho años mas tarde.
Hay que tener bien en cuenta que todos y cada uno de los detalles de la pintura, hasta los mas nimios está subordinados a un concepto superior, lo cual no deja de sorprender a quien lo admira por el hecho de que la vestimenta del hombre y de la mujer, e incluso la decoración de la habitación, corresponden al estilo que imperaba hacia finales de la Edad Media.
Su contenido debe analizarse porque nos llevará a descubrir un mensaje sobre los que los estudiosos del Arte no tienen dudas
En este detalle del óleo observamos como la mano derecha del esposo está levantada, lo que le confiere el juramento de la fidelidad hacia la que es su esposa. La circunstancia de que justamente a su derecha se sitúe una ventana abierta no es nada casual, pues a través de la misma podemos apreciar un seto florido, relacionando el rol masculino con el mundo exterior. Su indumentaria nos le representa vestido con capa y sombrero, más nada mas entrar en su hogar se ha quitado los zapatos. Este gesto, que parece trivial, así como el pequeño perrillo que figura en la parte inferior del cuadro simbolizan, asimismo, la fidelidad matrimonial.
Por lo que respecta a la esposa, de la que podemos observar el reflejo de su sombra sobre el lecho de color rojo, que aparece detrás de su persona, evidentemente, representa las cualidades domésticas.
Si dirigimos nuestra mirada al dosel de la cama podemos observar una estatuilla de Santa Margarita, realizada en madera, que es la santa protectora de las futuras madres.
También debemos prestar atención al rosario de vidrio, un regalo que solía hacerse por entonces a las futuras esposas y la escobilla de mano, que vienen a simbolizar las virtudes cristianas: ora et labora (reza y trabaja).
Ahora, vamos a dirigir nuestra atención a la ventana en la que podemos observar varias naranjas, fruta del paraíso terrenal (conocidas como manzanas de Adán), tal y como de ella nos habla la iconografía cristiana. La presencia en el cuadro de tal fruto, también puede llevarnos a pensar que el matrimonio Arnolfini gozaba de una cierta holgura económica, pues al tratarse de una fruta exótica, no estaba al alcance de cualquiera.
Y ahora, llamo vuestra atención sobre el candelabro de siete brazos de la estancia en el que solo está encendida una vela, que representa, por un lado, el cirio nupcial que era empleado durante la ceremonia cristiana del matrimonio, y por otro, la luz, siempre presente de Dios.
Un detalle bellísimo que no pasa desapercibido para ninguno de los que hayamos visto tan delicioso óleo es el espejo que aparece justamente al fondo, en el centro de la estancia: es un espejo curvo que nos ayuda a interpretar el significado del cuadro.
Y ahora, llamo vuestra atención sobre el candelabro de siete brazos de la estancia en el que solo está encendida una vela, que representa, por un lado, el cirio nupcial que era empleado durante la ceremonia cristiana del matrimonio, y por otro, la luz, siempre presente de Dios.
Un detalle bellísimo que no pasa desapercibido para ninguno de los que hayamos visto tan delicioso óleo es el espejo que aparece justamente al fondo, en el centro de la estancia: es un espejo curvo que nos ayuda a interpretar el significado del cuadro.
Delicioso elemento el introducido por el maestro Van Eyck , y que aparece rodeado de medallones con distintas escenas de la Pasión, costumbre propia de la Edad Media y también símbolo de la Virgen: en calidad de speculum sine macula (espejo sin mancha) que simboliza la virginidad y la pureza de la madre de Dios.
Ahora, pasemos a examinar ¿que observamos en el reflejo del espejo? Evidentemente, al ser su forma curva: toda la habitación, el matrimonio Arnolfini, de espaldas y a otras dos personas que estarían presentes, como testigos, en el momento del enlace. Sobre el espejo, podemos, leer una inscripción "Johannes de eyck fuit hic (Jan van Eyck ha estado aquí), lo que amén de firmar su "obra", nos invita a pensar que también estuvo presente en el enlace.
La minuciosidad en el trabajo de Van Eyck nos permite identificar no sólo las figuras reflejadas, sino todos y cada uno de los adornos del espejo, como ya he mencionado anteriormente. Todos los elementos que aparecen tienen algo que ver, desde el punto de vista simbólico con la escena que representa, si bien Van Eyck nos los representan como si fueran elementos casuales y que estuvieran, simple y llanamente, en la habitación.
Una curiosidad sobre la esposa, la moda de la época marcaba tendencia en el sentido de que las damas se rapaban la frente y se adornaban con una toca en forma de cuernos. Por lo que respecta al vestido de la novia producía una deformación en la anatomía de la novia en el sentido de que hacía pensar que se encontraba embarazada; pues bien, mediante un corpiño muy ajustado se estrechaba el pecho de la mujer, elevándolo y creando, de esta forma, un abombamiento tanto en el vientre como en las caderas.
Este cuadro es una de los pocos retratos realizados en la Edad Media que nos ofrece la oportunidad de captar la fisonomía exacta de los retratados. Una verdadera obra maestra no solo por la perfecta armonía de las superficies plasmadas de los diferentes materiales, y para ello, me remito de nuevo a la madera de los zuecos y del suelo, los adornos de piel de nutria del abrigo del hombre.
No obstante, los historiadores, auténticos científicos de la Historia nos han sembrado la duda sobre la identidad de la pareja y ello en base a que el hombre sostiene la mano de la mujer con su mano izquierda. Este detalle nos lleva a pensar en un matrimonio morganático, es decir, entre dos personas de distinta clase social. Mas por lo que conocemos de Giovanni Arnolfini y Giovana Cenami ambos provenían de familias de idéntica condición social. Así, los historiadores han señalado que podría tratarse del hermano de Giovanni, Michele Arnolfini, de cuya esposa, llamada Elizabeth, no tenemos referencias.
Desde el punto de vista estilístico es una obra fiel reflejo de los primitivos flamencos, destacando, en su composición:
1) La minuciosidad de la pintura, teniendo en cuenta de que se trataba de una pintura doméstica, minuciosidad conseguida gracias al empleo del óleo y de plumillas especiales.
2) El perfecto detalle en la reproducción de los objetos que aparecen representados, sobre todo, teniendo en cuanta que los flamencos se enorgullecían del bienestar logrado y solían figurar en sus obras.
3) El naturalismo, pues Van Eyck es un pintor que se preocupaba mucho por representar la realidad con la mayor exactitud posible. Un detalle que no escapa al observador es la falta de movimiento de los retratados, incluido el perro, es como retratar escenas rígidas y poco espontáneas
4) Y por último, la deseo de que la luz y la perspectiva fueran lo mas aproximadas a la realidad: la luz que entra por la ventana es delicada y suave, la claridad se dispersa, mas la atmósfera resulta del todo tangible.
Baste decir que el propio Diego de Velázquez se inspiró en esta obra para pintar Las Meninas.
Desde el punto de vista estilístico es una obra fiel reflejo de los primitivos flamencos, destacando, en su composición:
1) La minuciosidad de la pintura, teniendo en cuenta de que se trataba de una pintura doméstica, minuciosidad conseguida gracias al empleo del óleo y de plumillas especiales.
2) El perfecto detalle en la reproducción de los objetos que aparecen representados, sobre todo, teniendo en cuanta que los flamencos se enorgullecían del bienestar logrado y solían figurar en sus obras.
3) El naturalismo, pues Van Eyck es un pintor que se preocupaba mucho por representar la realidad con la mayor exactitud posible. Un detalle que no escapa al observador es la falta de movimiento de los retratados, incluido el perro, es como retratar escenas rígidas y poco espontáneas
4) Y por último, la deseo de que la luz y la perspectiva fueran lo mas aproximadas a la realidad: la luz que entra por la ventana es delicada y suave, la claridad se dispersa, mas la atmósfera resulta del todo tangible.
Baste decir que el propio Diego de Velázquez se inspiró en esta obra para pintar Las Meninas.
Autorretrato de Van Eyck
No cabe la menor duda que, a pesar del tiempo transcurrido y de todo lo que la historia nos ha aportado sobre la identidad de los retratados, todavía existe un enigma sin resolver en torno a la verdadera identidad de la pareja cuya imagen nos la devuelve continuamente el tiempo, eso sí, ¿quienes eran?
Algo de duda debe siempre de existir sobre todo aquello que es FASCINANTE, pues lo hace más fascinante, si cabe aun.
BUEN DÍA A TODOS
Fantástico Rosa. Creo, si no me equivoco, que esta obra es emblemática por ser una de las primeras pintadas al óleo, que hasta entonces era al temple al huevo. Otro salto importante de la tabla al bastidor, que permitía enrollar los lienzos para el transporte, eso creo a partir de Tiziano.
ResponderEliminarGracias por tu amable lectura y por tu calificación, me alegra enormemente que este artículo haya sido de tu agrado. Para mí es una obra maravillosa, y con un significado escondido en cada detalle del mismo. Gracias.
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