Buen día, mis queridos amigos, hoy como que nos vamos de Carnaval, en sentido metafórico, evidentemente, y para ello os he insertado como presentación el cartel anunciador del último Carnaval de Venecia, por el sencillo motivo de que ese va a ser el tema que me he propuesto desarrollar hoy, conocer los orígenes, su desarrollo, los elementos que intervienen para que cada año siga llamando la atención de cuantos acuden a ver tan especial y colorido exhibición de máscaras.
Para ser lo mas exacta posible a lo que esta bella tradición haya llegado hasta nuestros días recurro a mis fuentes mas válidas, entre las que están unos pequeños tomos dedicados a distintas ciudades del mundo, de los que tengo casi todos, evidentemente, y que por un módico precio, nos ofrecen lo mas hermoso que podemos encontrar en cada país o región: ARTE Y ARQUITECTURA, en este caso, de Venecia.
Pues bien, comencemos con lo que nos depara la historia de uno de los Carnavales mas antiguos y celebrados durante siglos, que lo fue de la siguiente manera:
"En 1979 un grupo de jóvenes apasionados por el teatro y la cultura tuvieron la idea de hacer revivir los carnavales de Venecia que, desde la prohibición de Napoleón a finales del siglo XVIII habían perdido gran parte de su fuerza y colorido, ya que los nuevos gobernadores temían, y con razón, el poder subversivo de las máscaras. Ahora, la semana anterior al Miércoles de Ceniza, gran cantidad de disfraces se concentran en la Plaza de San Marcos y las callejuelas adyacentes.
El carnaval veneciano actual se diferencia del resto de carnavales por los suntuosos e imaginativos disfraces que imitan los trajes de los siglos pasados y ganan cada año en fantasía y colorido. Venecia en invierno, con sus suaves colores, es un marco inigualable. No se oye música a todo volumen, ni se ven cuerpos semidesnudos, ni bailes tropicales. Entre los disfrazados apenas se encuentran venecianos, básicamente se trata de una actividad turística. Los lugareños prefieren las plazas menos concurridas por los extranjeros y las fiestas privadas. Las fiestas actuales poco tienen que ver con las del siglo XVIII, sólo las máscaras se realizan siguiendo las antiguas pautas.
En la vieja República, el carnaval parecía celebrarse durante todo el año, o al menos esto les parecía a los numerosos visitantes de la ciudad. El carnaval de Venecia se prolongaba desde el 26 de diciembre hasta el Miércoles de Ceniza, pero los disfraces y el juego del anonimato de las máscaras eran unos componentes inseparables de la vida cotidiana de Venecia. Algunas máscaras, como la bauta, no eran un disfraz, sino que se utilizaban durante todo el año. La bauta era un antifaz que ocultaba los cabellos, las orejas y el cuello. Se complementaba con un sombrero de tres picos y una máscara generalmente blanca que escondía la parte superior del rostro. El conjunto se completaba con una capa larga, el tabarro. Este atuendo estaba permitido a todos, hombres y mujeres, ricos y pobres. En ocasiones especiales como la coronación de un dux o la visita de un visitante extranjero importante, esta vestimenta era obligatoria. En general, las máscaras se utilizaban al anochecer y estaban prohibidas en las iglesias, en ciertas festividades religiosas y entre los dias 16 y 26 de diciembre.
La moda veneciana de las máscaras tenía grandes ventajas y permitía ciertas libertades que a los extranjeros les parecían casi paradisíacas. Mientras que en el resto de las ciudades europeas la clase social se podía intuir por el tipo de vestimenta, las máscaras eliminaban las diferencias sociales y las barreras entre los sexos. Un sencillo ciudadano podía sentirse como un noble si se vestía con ricas telas; los nobles de cierto prestigio podían disfrutar de los salones de juego de la ciudad sin ser reconocidos; las mujeres tenían la posibilidad de moverse libremente (a veces, utilizando pantalones bajo sus abrigos). Incluso para el amor, que en la cultura del rococó tenía una gran importancia, se daban infinitas posibilidades.
La protección de la máscara permitía concertar citas clandestinas a plena luz del día. Los esfuerzos para poder mostrar las diferencias económicas, pese a llevar las máscaras y los ropajes, encontraron su expresión en una bauta con encajes de Burano y un tabarro de seda fina. Otra máscara que no se utilizaba sólo en carnaval y era especialmente apreciada entre las mujeres jóvenes era la moretta, que ofrecía la posibilidad de exponer encantos femeninos, pues no cubría totalmente los cabellos y la piel. Se trataba de una máscara oval de terciopelo negro recogida con unos lazos que salían de la parte posterior y se sujetaban con los dientes. El silencio obligado de la mujer, que solo podía comunicarse por gestos, aumentaba la emoción del flirteo.
Esta máscara se llevaba con la zenale o zendale una capa pequeña y de gran colorido que también podía colocarse encima de la cabeza.
Los venecianos estaban acostumbrados a utilizar máscaras durante casi todo el año, pero los disfraces mas suntuosos aparecían en Carnaval. Se tiene constancia de su utilización desde 1268. El carnaval en la vieja República no era un acontecimiento tranquilo sino todo lo contrario. Las calles se llenaban de hombres desenfrenados, vestidos con trajes de pieles y de hojas, que cantaban canciones obscenas, hombres vestidos de mujer que entablaban conversación con los transeuntes, hombres disfrazados de bebés que paseaban por las calles hablando con los niños pequeños discutiendo de política y de los escándalos de la ciudad, de "mattacini", individuos que iban cargados de huevos rellenados con agua de rosas y otros perfumes que tiraban a las mujeres hermosas y de huevos podridos para arrojarlos a las personas que no eran de su agrado.
Podían verse además las máscaras y trajes que caracterizan las figuras de la Commedia dell´arte, otros que representaban algún oficio e incluso diferentes nacionalidades: los ingleses con su sobria actitud, las charlatanas mujeres de Burano, los enfermos de sífilis, los ingratos médicos de la peste y muchos mas. Algunos días determinados como el primer día de carnaval, el 26 de diciembre, las máscaras se concentraban en el Campo Santo Stefano y a partir de 1647 en la plaza de San Marcos. Los mas ricos lucían sus valiosos ropajes y joyas, ya que ese día se levantaba la prohibición de hacer ostentaciones de lujo en la calle. Los ciudadanos curioseaban por las calles luciendo sus máscaras y disfraces y disfrutando del placer de observar y ser observados. Por la noche volvían a abrirse los teatros y las salas de juego, que permanecían cerrados desde el 16 de diciembre para preparar la Navidad, y empezaba una nueva temporada de diversión. Otra fecha importe del carnaval veneciano era el Giovedi Grasso, el jueves lardero, que se celebraba en la Piazzeta.
Gabriel Bella: El jueves lardero en la Piazzetta
En conmemoración sobre el patriarca de Aquilea, el gremio de los herreros mataba unos toros que habían sido condenados a muerte por el dux y que simbolizaban la figura del patriarca. La carne de los toros se repartía entre los pobres, La Signoria y los condenados a prisión.
Cada años se instalaban unas construcciones hechas con cuerdas y un intrépido trabajador del Arsenal las cruzaba para entregar un ramo de flores al dux. Asimismo, los niccolotti y los castellani, así se denominaba a los habitantes enemistados de los barrios de Niccolo y Castello, demostraban cada año su pericia. Para ello construían castillos humanos (conocidos como Forze di Ercole, actos de Hércules) que servían para comprobar la habilidad de cada uno de los contrincantes. Hacia el final del día bailaban una danza mora, un baile que representaba la lucha entre moros y cristianos y que finalizaba con unos grandes fuegos artificiales.
Forze di Ercole
Como ya he dicho anteriormente, la bauta era un atuendo común de las fiestas venecianas, pero durante los días de carnaval se convertía en prenda obligada. Las diferencias entre las clases sociales desaparecían, ricos y pobres celebraban el carnaval conjuntamente por toda la ciudad y el senado, que muy inteligentemente sabía utilizarlo como válvula de escape de las desigualdades sociales, prohibía que se actuara sin máscara".
Espero, estimados amigos que hayáis disfrutado tanto como yo lo he hecho, con esta pequeña historia de los carnavales de Venecia, y si podéis acudid a Venecia, maravilloso enclave de ensueño, y si coincide en Carnaval, id provistos de las máscaras correspondientes, solo entonces viviréis la auténtica Venecia.
BUEN DÏA A TODOS
(Aunque no estemos en carnaval)
N.B. Gracias a la colaboración de la edición de Venecia, Arte y Arquitectura. h.f.ullman.
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