miércoles, 22 de octubre de 2014

LES QUATRE CENTS COUPS.-TRUFFAUT



Buenos días, estimados amigos, una triste noticia me ha hecho sentir un profundo sentimiento hacia un artista, al que tan solo unos días, dedicaba un artículo en este nuestro blog, el fallecimiento del escultor IGOR MITORAJ, ocurrido el pasado 6 de octubre, a los 70 años y en la ciudad de París. Mas pese al ánimo, abatido por ese sentimiento de pérdida, de aquellos que, en cierta medida, conocemos, por sus obras, el tiempo sigue, para todos, para vosotros y para mí, y por ello, este nuestro blog nos va a llevar hoy al mundo del cine,  a una película en particular, y a un director, uno de mis favoritos -François Truffaut-. La película no es otra que "Les quatre cents coups". Obra maestra, de la que vamos a tener la oportunidad de conocer a fondo su mensaje y el movimiento cinematográfico que supuso su aparición.



Pocos movimientos cinematográficos han supuesto una influencia tan importante en la historia del cine que La nouvelle vague francesa. Algo que comenzó siendo una simple reunión de jóvenes críticos con la situación política y social y que trabajaban en revistas de cine dió lugar al germen perfecto para el nacimiento de grandes directores cinematográficos. Hay que señalar dos figuras que, sin lugar a dudas, destacaron dentro de este grupo crítico, Henri Langlois y André Bazin. Precisamente, este último fue uno de los fundadores en el año 1950, de la revista que sería la expresión de su ideario, Cahiers du cinéma, en tanto que Langlois cofundó la Cinèmathèque Française. Eran muchos los que luego integraron la conocida "Nouvelle vague", que acudían a ésta última. Lo suyo era el debate sobre el cine, la crítica de las películas que acababan de ver la luz.


En la todavía existente "Cahiers du cinéma" escribieron, entre otros, François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette y Eric Rommer. 
Mas hoy nos quedamos con uno de ellos, FRANÇOIS TRUFFAUT, y especialmente, con una de sus obras "LES QUATRE CENTS COUPS", (1959), que fue junto con "Le beau Serge", dirigida por Chabrol y "A bout de Soufle", por Godard, las que marcaron el inicio oficial de "La nouvelle vague".
Fue con esta magistral película, con la que ganó el gran premio al mejor Director en el Festival de Cannes, en 1959.



Fue rodada en escenarios naturales, en blanco y negro y con apenas medios, con lo cual rompía con el cine de calidad  imperante en Francia en aquellos momentos. 
El hecho de que sea un niño-adolescente el protagonista es algo que Truffaut "utiliza" en sus obras, pues son los mejores exponentes de lo que viene a significar la no aceptación social: no son anti-sociales, sino asociales, están al margen, mas no están en contra. 


La película tiene tintes autobiográficos, y Truffaut la dedicó, especialmente, a su mentor, André Bazin, resultando un film testimonial de la segunda posguerra europea, que nos hace un retrato de la Francia de dicha época, a través de las mas que desventuras diarias de un niño de doce años, Antoine Doinel, un niño que ya vive desencantado en un mundo rodeado por adultos; su padre, es la viva imagen del fracaso, su madre, la cual le confiesa abiertamente que intentó abortar, pues para nada era un hijo deseado, es sorprendida por su hijo con un amante. Por lo que afecta al mundo exterior del pequeño Antoine, sus profesores pasan de él. No parece resultarle "necesario" para nadie. Un pequeño robo que lleva a cabo, tras hacer novillos en el colegio, le lleva a ser internado en un reformatorio, del que escapará con una única ilusión: ver el mar. 
Truffaut nos hace un relato maravilloso de cómo la sensación de desarraigo y de soledad, puede anidar en el corazón de un niño de forma tan fuerte. 




El protagonista, el actor Jean Pierre Léaud, trabajó para Truffaut, amén de en "Les quatre cents coups", en "El amor en fuga". Mas, asimismo participó en uno de los cortos que componen la película "El amor de los veinte años", "Besos robados" y "Domicilio conyugal".

Lo que en sí es la saga de Antoine Doinel nos lleva desde la triste y rebelde infancia de un niño desarraigado, al corto, al que pertenece la película "El amor de los veinte años" donde Antoine vive un amor platónico con una joven llamada Colette. Después, conocemos a Antoine buscando trabajo y consiguiendo el amor de una joven violinista, Christine Darbon (Claude Jade); por último, somos partícipes de como se desarrolla la vida matrimonial de nuestro eterno protagonista, con el embarazo de su esposa, y su relación con una japonesa. La historia nos ofrece un final en el que Antoine, que está al borde del divorcio, se reencuentra con su primera novia, lo que le lleva a relatarle sus avatares y amores, a lo largo de su vida.




El mas que importante tratamiento que recibe la película lo es, quizás en base a la utilización de una puesta en escena transparente, donde lo que se ve es sencillamente lo que verdaderamente importa, el movimiento de los personajes, huyendo del efectivivismo. Evidentemente, no podemos dejar de señalar la importancia de la magnífica fotografía, que nos ofrece una imagen fría y dura de una ciudad, con la presencia de sus gentes, y el movimiento que esta genera, todo ello alimentado por una mas que variada presencia de sonidos urbanos.
El éxito de estecine estuvo condicionado, en gran parte, por la llegada de un "nuevo público", una ola de espectadores formada por aquella que frecuentaba los cine-clubs y cinematecas, abierta a todo tipo de novedades en dicho aspecto.

La técnica de Truffaut nos ofrece la posibilidad de conocer cómo utiliza el travelling y los encuadres de cámara dinámicos. Son mas que abundantes las panorámicas, y secuencias de marcado subjetivismo. Es en su puesta en escena donde Truffaut vuelve a sus siempre referencias cinéfilas, como son los carteles de películas, y situaciones en las que intervienen personajes sobre films, libros...., siempre incorporando un personaje que crea el conflicto en un entorno mas que difícil, personaje que en cierta medida nos puede llevar a hacernos sentir ternura hacia él. 


"Les quatre cents coups" es una película que nos plantea ese eterno conflicto del ser humano que lo es entre su vida real y sus ilusiones, mas todo ello desde el punto de vista de un niño. Y es precisamente, esta dimensión la que nos hace considerar el hecho de que los organismos oficiales, las instituciones, familiares, sociales, carcelarias sirvan, efectivamente, para el fin para el que fueron creadas. No obstante, y pese a la triste situación que vive el niño, ello no le impide disfrutar, como niño que es de sus correrías por la ciudad, de su descubrimiento de la literatura y de la que ya he mencionado como su principal pasión, la de conocer el mar. En definitiva, el personaje de Antoine Doinel no es mas que el alter ego de Truffaut.


Por último no debemos ni podemos dejar de hacer incapié en el hecho de que Truffaut, en esta película,  rompió todos los moldes temáticos del cine francés, y vino a poner de manifiesto las verdaderas condiciones de los valores sociales, definiendo, en resumen, un nuevo romanticismo.
Un film de una ejecución perfecta, en el que se enfatiza la banda sonora, una obra llena de melancolía y nostalgia y todo ello acompañado por un excelente trabajo tanto de los niños actores como de los adultos. Muchas han sido las lágrimas que consiguió hacer derramar François Truffaut con la crudeza de las escenas de esta película, mas, en definitiva, no solo ésta, sino con el resto de su maravillosa producción.


François Truffaut fue un crítico de cine que devino director, lo cual supuso para el cine un gran triunfo: el del nacimiento de un genio del 7º Arte.
Desgraciadamente, y como consecuencia de un tumor cerebral, François Truffaut nos dejó en 1984, con tan solo 52 años, y con una mas que prometedora carrera por delante, en su afán de llegar a rodar treinta films, solo llegó a las veinticinco.
Descansa, para siempre, en el cementerio de Montmartre.




No puedo terminar este artículo con una pequeña reflexión sobre lo que el cine ha sido para mí, a lo largo de mi vida, pues mi padre era jefe de proyección en un cine de mi ciudad, y me "crié" entre rollos de película. El tacto, el olor, el color de ese curioso mundo que se encerraba en una caja redonda, metálica, marcó para siempre mi infancia y mi juventud. Pocas personas pueden decir que han visto y han palpado una de esas enormes máquinas, que se me antojaban, a mí, una niña, algo maravilloso, y que me ofrecían la posibilidad de sumergirme en tantos y tan diferentes mundos, que crearon en mí una afición y quizás, hasta un "mas que buen vicio": El 7º Arte.




BUEN DIA A TODOS

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